Dirección: Amando de Ossorio
Guión: Otra vez Amando de Ossorio
Género: ¡Zombies templarios! (¿te parece poco?)
Interpretes: Esperanza Roy (de "sex-simbol"), Fernando Sancho (ese actor que siempre hacía de mejicano regordete en las películas del oeste) y Tony Kendall (otro del far west)
Sinopsis: Hace siglos, los pacíficos habitantes de un pueblo de Portugal quemaron vivos a unos caballeros templarios cabrones que se dedicaban a matar a jóvenas y beberse su sangre para alcanzar la inmortalidad. Pues bien, en la era presente, el tonto del pueblo invoca a esos caballeros templarios porque el muchacho está hasta los cojones de que la gente se ría de él y le tire piedras. No obstante el invento le sale rana porque los templarios están encabronados perdidos y se lían a matar a todo bicho viviente, presentándose sin ser invitados en la fiesta del pueblo, arruinándoles la velada a los mozos y a las muchachas casaderas.
¡Segunda parte de la saga templario-zombie del genial Amando de Ossorio! ¡Weeee! Como la precuela tuvo mucho éxito ("La noche del terror ciego") nuestro Ossorio no se complicó la vida en demasía y realizó una secuela siguiendo con tiralíneas el esquema argumental de la primera entrega (utilizando incluso las mismas escenas literalmente) pero esta vez con más muertos, más masacre, más sexo agreste y más cachondeo. Más que una segunda parte, esta peli es un lavado de cara de la primera, con más presupuesto y con más mala leche, porque técnicamente la historia es la misma. Los templarios esqueléticos siguen siendo tan bastardos y lujuriosos como siempre, pero esta vez están ciegos, porque cuando estaban vivos les quemaron los ojos y no les queda otra que guiarse por el oído para perpetrar sus crímenes (ya lo sé, no tiene ningún sentido, los esqueletos no tienen ojos ni oídos, pero en fin). Los protagonistas humanos del film son Esperanza Roy en sus años mozos excitando al personal (gracias a la censura, que no tenían con quién comparar los pobres) y un sosías de Manolo Escobar, que por lo visto es o fue capitán pero no sabemos si lo fue de tierra, mar o aire. En el bando de los malos está el alcalde, que tiene montado una mafia rural de no te menees, con sus matones ambiguos sexuales. Destaca por méritos propios la escena de la masacre en la plaza del pueblo, donde los templarios se pasan por la piedra a todos los transeuntes, en plan el Cid Campeador. Pero no todo es horror en esta peli, ya que Ossorio también tiene un gran sentido del humor y no duda en poner escenas delirantes, como la del gobernador que pasa olímpicamente del ataque de los zombis.
Para los completistas, señalar que la saga zombie-templaria se completa con "El buque maldito" y "La noche de las gaviotas", con más cabronadas de nuestros esqueletos favoritos.
El vidreo que pongo a continuación es mío y la canción se titula "Saca el güisqui cheli" interpretada por Los Porretas.
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