Todo lo que nunca quisiste saber sobre el cine de terror exploit de los años 80 (y demás muestras cinematográficas del video comunitario y del arte friki así en general) y que jamás se te ocurrió preguntar porque te daba igual
Los nuevos bárbaros (Esto tiene más títulos que una bolsa de garbanzos: Il nuovi Barbari;Metropolis 2000; 2019: Il nuovi barbari; The new barbarians: Warriors of the Wasteland; y yasta. 1982. Italia y Estados Unidos) Dirección: Enzo G. Casteralli Productora: Fulvia Films y Deaf International (que los yankis también pusieron sus dineros, aunque no se note) Guión: Tito Carpi, Enzo G. Casteralli, Antonio Visone Música: Claudio Simonetti Fotografia: Fausto Zuccoli Género: Ciencia-Ficción Post-apocalíptica del baratillo. Intérpretes: Giancarlo Prete, Fred Williamson, George Eastman, Anna Kanakis Sinopsis: Sin paños calientes: esto es como Mad Max 2 pero en cutre total. En el año 2019 acaba de terminar una guerra nuclear y apenas quedan unos cuantos supervivientes que se dividen en dos grupos: los buenos, que intentan crear una nueva sociedad de buen rollo, y en el bando contrario hay una mancha de hijos de puta que se cargan a todo lo que se menea y que si te descuidas te sodomizan entero. Pues bien, entre ambos bandos hay un chulito llamado Escorpión, que en el fondo es bueno y ayuda a la gente, sobre todo si son tías buenas. Pues nada, se pasan toda la película dando vueltas con coches de feria y pegando tiros.
¡Vivan los exploitation con gracia y salero! y nadie como nuestros amigos italianos para hacer unas películas tronchantes, cutre-lux, divertidas y con alguna buena hostia bien dada. "Los nuevos bárbaros" entra dentro de este subgénero degenerado que lo mismo te partes la caja de risa como que te da un poquito de vergüencica ajena, sobretodo por las numerosas influencias de la mítica película de George Miller. Por un lado, tenemos a ese Max Rockatansky de saldo con un coche tuneado por el neng de Castefa porque más absurdo no puede ser. A parte de unos tubos que no sirven para nada y un maletero con más peligro que una caja bombas, el techo del coche tiene una especie de esfera de cristal transparente que por la noche se pone de un color verde menta y que no sirve absolutamente para nada. Por otro lado, si le das a un botón, las puertas salen volando y encima en el coche no hay espacio para jincar, porque una gachí que se encuentra el tío y tienen que consumar en una tienda de campaña transparente. Como fiel ayudante de Escorpion está un señor negro habitual en las películas de Casteralli llamado Fred Williamson (aunque me da que su verdadero nombre no es éste) que aquí se pasa toda la película lanzando flechas explosivas (que el arco se lo tuvo que dejar Rambo) y mojando el churro a la mínima oportunidad. Y por último tenemos al niño de la película, que si en Mad Max 2 el peque era un semisalvaje que lanzaba un boomerang asesino, aquí tenemos a este niño que se lo pasa pipa con el tirachinas. Por cierto, aquí os pongo la foto del nene, a ver si adivináis en qué película sale (va, que es fácil)
Mención especial merecen los malos del film, con unos trajes calcados al de las tropas imperiales de Star Wars (de blanco nuclear pero sin el casco) y que a nivel metafórico pierden bastante aceite. Emulando al genial Homungus y a su ambigüedad sexual, los malos de "Los nuevos bárbaros" no son ambigüos ni nada, que son fanáticos religiosos gayers que a la hora de castigar a sus enemigos los ponen con el culo en pompa y los sodomizan sin contemplaciones. Si es que con el rollo religioso-ceremonial el líder de los malos se pone las botas cosa fina (aunque al final y os suelto un Spoiler, el malo tendrá su justo castigo porque será penetrado por detrás por un taladro ¿no querías caldo? ¡pues toma dos tazas!) Y nada más que decir de esta película del todo a 100. Es mala, sí, pero también es delirante y divertida. Aunque todas las escenas de acción estén rodadas en los descampados del extrarradio de alguna ciudad italiana, al menos son de lo mejorcito que ha hecho Casteralli, el cual se caracteriza por perpetrar unas tomas confusas totales. Aquí al menos vemos tiros a punta pala (aunque me pregunto de qué están hechas las balas, porque la gente es que revienta del to), gente atropellada y quemada viva y unas cuantas chulerías y cipotoides posapocalipticos. Resumiendo: de lo mejor de Casteralli, lo cual tampoco es decir mucho. Aquí os dejo el trailer de la película, cortesía de afguyd.
Aquella casa al lado del cementerio (Quella villa accanto al cimitero, 1981, Italia)
Dirección: Lucio Fulci
Productora: Fulvia Films
Guión: Lucio Fulci, Giorgio Mariuzzo y Dardano Sacchetti
Música: Walter Rizzati
Fotografía: Sergio Salvati
Género: Es una peli exploit de Lucio Fulci, o sea, que es un potaje bueno de todo lo que estaba de moda por aquella época: zombis, casas encantadas, gore, fenómenos paranormales y niños repelentes con superpoderes en plan "El resplandor" de Kubrik (¿el de la portada de arriba no es Jack Nicholson?)
Intérpretes: Katherine McColl (Madre con pastillas que le provocan alucinaciones, a ver si rulan), Paolo Malco (el padre ambiguo y ausente), Giovanni Frezza (el niño ario y, sobretodo, cabezón)
Sinopsis: El Dr. Norman Boyle es un profesor universitario progre y gafapastas que un buen día le encargan que prosiga las investigaciones de un colega suyo, un tal Profesor Petersen, que el muchacho interrumpió sus estudios para descuartizar a su novia y después colgarse de una barandilla. Como Norman quiere mucho a su mujer y a su hijo, les pide que se vengan con él a la casa donde Petersen vivía, fornicaba y descuartizaba a su novia y aunque la mujer se resiste (las ganas de mudarse a otra ciudad y encima la pobre es pastillera) al final accede. También el niño, Bob, pone pegas al asunto, porque una niña de un cuadro de su salón le ha dicho que por nada del mundo vaya a la casa, que se busca la ruina tontamente. Pero como el padre es un estudioso del copón, allá van los tres uno detrás de otro. Pues bien, el que avisa no es mamón, porque en la casa pasa de todo menos el tranvía, con ruidos en mitad de la noche, niños llorando, murciélagos seguidores del conde drácula, niñeras mitad hembra mitad maniquíes y un misterioso doctor muerto hace un siglo que todavía está dando por el bottom.
A lo largo de su vida, Lucio Fulci hizo un montón de películas exploit con cuatro duros y mucho morro, aprovechando corrientes y tendencias para conseguir una audiencia que se quedaba encandilada con los golpes de efecto y las bestialidades surrealistas y gore del inefable director. Pues bien, de toda todita toda la filmografía de Lucio Fulci, "Aquella casa al lado del cementerio" es la más redonda y digestiva cinematográficamente hablando, es decir, es la menos incongruente, la menos oportunista, la menos gratuita, la que menos verguenza ajena da, la menos incoherente y la más mejor de todas ellas. Ni siquiera "El más allá", considerada la mejor película de Fulci, posee la mesura y la armonía de nuestra querida villa acanto del cementerio. Pero tampoco nos hagamos ilusiones, que los guiones de nuestro Fulci son a prueba de bomba y en esta ocasión tampoco faltan los momentos confusos, las contradicciones manifiestas, las preguntas no resueltas ni la espectacularidad de las escenas grotescas en perjuicio del hilo argumental. No obstante, a pesar de contar con todas estas "peculiaridades", "Aquella casa al lado del cementerio" es una de sus películas más equilibradas, accesibles y técnicamente mejor realizadas de todas ellas, quizás por ello es recordada con cariño por muchísimos fans de todo el mundo y es uno de los films más emblemáticos de la era del videoclub de los años 80, que a lo mejor alquilabas una película de Chuck Norris o Lorenzo Lamas y el trailer del principio de la cinta era de "Aquella casa al lado del cementerio".
Aunque el argumento de la película posee un deje Lovecraftiano (procedente de su antecesora "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes"), el film puede clasificarse en la división de fantasmas y casas encantadas, siendo su mayor influencia "El resplandor" de Stanley Kubrik, que la peli de Fulci aprovecha el tirón y canta una barbaridad a truco propagandístico. En ambos casos, el protagonista principal del film es un bien inmueble (un hotel en la peli de Kubric y una mansión de Nueva Inglaterra en la de Fulci), además de contar con un niño que tiene superpoderes y telepatía mutante, una madre sobreprotectora y gritona y un padre ambiguo y obsesionado con su trabajo. Pero como es habitual en las películas de Fulci, las semejanzas son aparentes y están encaminadas a llamar la atención de un público ignorante e ingenuo, ya que el cogollo del asunto es completamente diferente. Si "El resplandor" de Kubrik es una película de fantasmas fría y etérea, la historia de miedo de Fulci es visceral y caliente, fiel a su espíritu latino, con unos fantasmas de carne y hueso que son proclives al gore sin pudor y desenfrenado. No obstante, Lucio Fulci pisa el freno en cuanto a la casquería fina para darle protagonismo a la atmósfera siniestra y opresiva de la casa y su circunstancia, primando el ambiente angustioso y tétrico a lo meramente físico y salpicante (aunque de eso también hay). Por ello, asesinatos hay pocos, pero están bien repartidos al principio, en medio y al final del film, siendo cada uno de ellos una orgía de sangre y mal gusto, pero sin perjudicar ni menospreciar el hilo argumental ni la línea artística oscura y tenebrosa.
El trío protagonista de la película, formado por Paolo Malco, Katherine McColl y el niño cabezón, gira en torno a la casa de los fiambres, y cada uno de ellos reaccionará de manera diferente, según su idiosincrasia. El profesor Boyle afrontará los misterios de la casa con curiosidad e incluso obsesión, comportándose de manera sospechosa y ambigua y generando un montón de preguntas (que por supuesto Fulci no contestará); Su santa esposa, interpretada magistralmente por mi Katriona del alma, tiene más miedo que un perrito chico, pero eso no le impide ser una madre leona que por su niño es capaz de todo y que le da diez mil vueltas a Belén Esteban. A esta pobre mujer la casa la aterra y lo único que quiere es salir pitando, pero como el marido es un pesao, le toca hacer de tripas corazón y comerse un mojón; y después está el niño repelente, con más gachas que el puchero de mi abuela y con una tontería encima que no se puede aguantar. Al principio el niño pasará bastante del tema de la casa, y eso que el chavea ve espíritus que le advierten que la casa es un peligro, pero como el niño tiene sus juguetes, como que le da más o menos igual. Pero claro, cuando empieza a ver a los primeros muertos y el malo de la película le enseña el cuchillo, ni juguetes ni hostias, el niño corre más que Speedy González. Por cierto, desde aquí os hago una pregunta ¿El niño al final muere o sobrevive? Yo es que todavía no lo tengo claro...
Pero hablar de la casa es hablar de su sótano, y hablar de su sótano es hablar del emérito Dr. Freudstein, un médico del siglo XIX que como hacía un frío que pelaba el día que murió, lo enterraron en el salón de su casa debajo de la alfombra. El misterio de la película gira en torno a Freudstein y sus malas artes y aunque parezca mentira, al final Lucio Fulci te explica qué pinta en todo esto el buen doctor. Si quieres saber más de Freudstein e incluso ver una foto suya, pica aquí, pero aviso que hay spoilerComo ya dije en un principio, aunque la película se caracteriza por su atmósfera lúgubre y acojonante, lo que más nos divierte son las escenas de hachazos y destetes, propias del exploit italiano, y de eso la película también tiene. Sin ir más lejos, "Aquella casa al lado del cementerio" tiene el record guiness de mostrar unas tetas lo más pronto posible, concretamente a los 40 segundos de empezar el film. Por otro lado, los asesinatos son los más sádicos del mundo, llegando incluso al surrealismo hilarante, como la famosa escena de la escalera, con una violencia propia del coyote y el correcaminos de lo exagerada e hiperbólica que es. No te la tomas en serio pero te descojonas de risa.
Pero uno de los pilares que sustentan la película es su maravillosa banda sonora, compuesta por Walter Rizzati, habitual de las películas de Fulci y que el tío es un fenómeno en esto de la filarmónica. El tema central del film es una magnífica composición gótica mitad clavicordio mitad organillo que te pone los pelos de punta y el resto de temas crean el ambiente preciso para inquietarte un poquito bastante.
En fin, "Aquella casa al lado del cementerio" es una gran clásico del terror exploit y la culminación de la creatividad artística de Lucio Fulci. Si el médico te ha recomendado que veas sólo una película de Fulci, que sea ésta.
Y ahora os voy a poner un trailer artesanal con uno de los mejores momentos del film, cuando el profesor Boyle descubre las últimas palabras de Petersen, grabadas en un cassete de los chunguitos.
La grieta (La grieta aka the rift aka Endless Descent, 1990, España)
Dirección: Juan Piquer Simón
Productora: Dister Production
Guión: Juan Piquer Simón
Música: ¡Jerry Goldsmith!
Fotografía: J. Marine
Género: Mutantes sub-acuáticos y maquetas a punta pala
Intérpretes: Jack Scalia (Sosias de Lorenzo Lamas), R. Lee Ermey (el sargento cabrón de "La Chaqueta Metálica"), Ray Wise (el que mató a Laura Palmer), Deborah Adair (la mujer indefensa para que la rescaten), Frank Braña, Luis Lorenzo y...¡Tachán!
__________________¡POCHOLO Martínez-Bordiu! Sinopsis: Por lo visto, un submarino experimental ha desaparecido misteriosamente en el fondo del mar y al gobierno no le queda otra que mandar a un equipo de rescate para ver qué ha pasado. En esta expedición va el diseñador del submarino experimental, un tío guaperas, musculoso, inteligente y con permanente que además es el protagonista de la película y, si quisiera, se ligaría a todas las tías del batiscafo. En fin, que puestos a buscar, el equipo A detecta la caja negra del otro submarino, pero da la casualidad que está dentro de una cueva al fondo de una grieta abisal y los muy gilipollas se meten derechitos en ella. La caja negra no sé si la encuentran, pero lo que sí descubren son unos centenares de bichos mutantes cabrones dispuestos a fecundarles.
Juan Piquer Simón (1935-2011) fue un gran maestro artesanal del cine exploitation y comercial, al mismo nivel que otras leyendas cinematográficas como Lucio Fulci o Amando de Ossorio. Sujeto a un país y a una coyuntura industrial determinada, muchas veces debía supeditar su talento y su imaginación a las exigencias comerciales y a las modas pasajeras, imitando y fusionando estilos en boga, procedentes de los megaéxitos de las películas de género norteamericanas, pero con un presupuesto infinitamente inferior. De esta manera tan jodida, Juan Piquer Simón debía realizar películas taquilleras made in Spain pero que parecieran yankies, no sólo para contentar al público nacional, sino también para conseguir una audiencia internacional. Fruto de estas exigencias, las películas de Juan Piquer Simón eran hiperbólicas en todos los sentidos, no dejando indiferente a nadie y cosechando un gran éxito comercial, derrochando entusiasmo y amor por el género. "La grieta" es la imitación hispana de la moda submarina de finales de los 80, con películas como "Leviathan", "Profundidad 6" y, sobre todo, "Abyss" de James Cameron. Como todas las películas de Juan Piquer Simón, "La grieta" es una mezcla indeterminada de cine B y Z, debido principalmente a la falta de presupuesto. Por ello, aunque la película, a nivel general, podría englobarse en una correcta serie B, cuenta con unos detalles cutres totales. Por ejemplo, los submarinos que salen en la película cantan una barbaridad a maqueta, al igual que los decorados interiores (con esos ordenadores de "última generación"). Después, hay algunos "monstruos mutantes" que son de juzgado de guardia, como esos insectos con movilidad nula, esas algas estranguladoras o esa ameba-medusa gigante, que son lo más cutre del mundo. Al mismo nivel están los diálogos de la película, una sucesión infinita de tópicos y clichés del cine norteamericano que quedan risibles en actores castizos como Tony Isbert o Luis Lorenzo, aunque también quedan ridículos en actores yankis como R. Lee Ermey en su papel de manual de capitán del submarino. Mención especial merece el protagonista del film, un guaperas chulo-putas paradigma del "héroe" ochochentero más odioso y chulesco al más puro estilo "Michael Paré". No obstante, entre tanto cutrerío, la peli también tiene grandes momentos serie B, sobre todo cuando los personajes entran en la cueva y se lían a tiros con los bichos, escenas que nos recuerdan un montón a "Aliens, el regreso" con un espectacular monstruo ovíparo incluido (obra del experto en efectos especiales Colin Arthur). Las escenas gore también molan un montón, pero desgraciadamente hay muy pocas: a uno le revientan la cabeza y a otro le cortan la pierna. Otro dato a tener en cuenta es que no sale ningún despelote gratuito ni justificado, lo cual no sé si es una ventaja o un inconveniente. En cuanto a Pocholo, nuestro anti-héroe español, decir que sale muy poco, su voz está doblada por otro actor (lástima) y lo matan enseguida. En fin, "La grieta" es una película resultona y entretenida, a pesar de contar con muchos defectos provocados por la ausencia del vil metal. No es la mejor película de Juan Piquer Simón pero es correcta y presentable y además te puedes echar unas risas con los colegas. Aquí os dejo el trailer del film, cortesía de Yokozuka.
Guión: Izo Hashimoto y Katsuhiro Otomo, basado en el manga de Otomo
Música: Sublime, compuesta por la Geinoh Yamashirogumi
Género: más bien en plural, porque la peli tiene un montón de cosas: ciencia-ficción ciberpunk, acción y rayos de colores, filosofía y misticismo para parar un tren y futuros distópicos y ultraviolentos.
Intérpretes: la peli es de dibujos animados, así que aquí pongo las voces de los actores japoneses que la doblaron. Mitsuo Iwata (Kaneda), Nozumu Sasaki (Tetsuo), Mami Koyama (Kei), Taro Ishida (Coronel Shikisima). Y ahora, con vuestro permiso, voy a poner los nombres de los actores del doblaje en español, en concreto del primer doblaje en castellano que se hizo de la película, que por lo visto con el paso del tiempo y las remasterizaciones, han doblado la película tres veces. La que más me gusta es la primera ya que el gran trabajo profesional de los actores le da una mayor verosimilitud a la película. Aquí van: Sergio Zamora le pone voz a Kaneda, Albert Trifol Segarra interpreta a Tetsuo y José Luis Sansalvador interpreta al Coronel. Por cierto, ya que estoy aquí os comento otro dato de la película: "Akira" fue uno de los primeros films de animación japonesa en utilizar el "pre-scoring", esto es, grabar primero las voces y después hacer la animación moviendo la boca del muñeco según lo que diga la voz.
Sinopsis: El futuro de la humanidad está fatal (más concretamente el año 2019). Neo-Tokio es una ciudad decadente y frívola, llena de suciedad y porquería, políticos corruptos, estadios olímpicos a medio construir, guerrilleros revolucionarios, científicos locos con maquinitas de colores y bandas de motoristas repartiendo y recibiendo leña. A este último subgrupo pertenecen Kaneda y Tetsuo, dos colegas que en mitad de una pelea contra la banda rival se encuentran con un niño-viejuno mutante que revienta la moto de Tetsuo con el poder de su cabezón. Acto seguido aparece el ejército y se llevan a Tetsuo para hacerle unas pruebas y ya de paso experimentar un poquito con él, porque por lo visto, su ADN se parece un montón al de otro experimento fallido del pasado, un tal Akira, que por su culpa, en el año 1988, estalló la Tercera Guerra Mundial. Mientras, Kaneda intentará ligarse a una tía buena que, fíjate tú qué casualidad, pertenece a un grupo guerrillero que tiene como objetivo desmantelar un proyecto secreto del gobierno que hace experimentos con seres humanos, el mismito proyecto en el que está prisionero Tetsuo, y ya que estamos, Kaneda decide rescatar a su antiguo compañero. El problema es que Tetsuo se está poniendo polluo, con muchos superpoderes y al final no necesita que lo rescaten, más bien lo contrario, porque a la mínima, el chico te monta un apocalipsis tan guapamente.
En cuestión de cómic y dibujos animados, Occidente siempre le ha tenido mucho miedo a Japón. En el país del sol naciente, la fama y la popularidad de los mangas y los ánimes es increíble, con una aceptación general y unas ventas multimillonarias y potentes, algo impensable para cualquier país de occidente, incluido Estados Unidos. Pero nosotros los occidentales, más chulos que un ocho, siempre teníamos la baza de la calidad y cuando algún otaku gafapastas nos mentaba a Hayao Miyazaki y su Nausicaa, nosotros, muy enteraos, sacábamos a Walt Disney del congelador. Pues bien, en 1988 se nos acabó el rollo, porque el magaka Katsuhiro Otomo hizo una película de leyenda que le costó sus 7 millones de dólares, pero el chacho se los gastó bien gastados, porque "Akira" es una película revolucionaria en todos los sentidos, tanto formal como temáticamente, que no sólo cambió el panorama de la animación internacional, sino también nuestra visión de la cultura popular oriental, abriendo un camino bien grande dónde todo el genial frikismo japonés entraría a espuertas a comienzos de la década de los 90.
Originalmente "Akira" era un manga publicado por entregas en la revista Young Magazine, dibujado y guionizado por Katsuhiro Otomo. Desde 1982, a través de sus lápices, Otomo narró una historia distópica llena de misticismo, espiritualidad y violencia cuyo virtuosismo y realismo visual no tardó en cautivar al público nipón. En Japón, los mangas de más éxito tienen su inevitable adaptación a la animación para televisión, pero aquí fue donde Otomo dijo nanai no, no, que si hay que hacer Akira animado, yo tiro la casa por la ventana y hago un peliculón como una catedral. Y a medida que avanzaba el proyecto, la película le fue robando protagonismo al manga, y tanto fue el cántaro a la fuente que Katsuhiro decidió dejar de dibujarlo para centrar todos sus esfuerzos en él film (de hecho, el cómic terminó de publicarse en 1993). Y se ve que Otomo es bastante detallista y cabezón, porque el hombre no paró hasta reflejar en pantalla su historia metafísca con un realismo alucinante, casi rozando la imagen real (lo cual, como ya dije antes, le costó una pasta gansa y el hombre tuvo que crear un comité para poder financiar la peli). Por todo esto, "Akira" fue un proyecto faraónico de una magnitud sin precedentes, ni siquiera en la todopoderosa Disney, y tanto esfuerzo tuvo su recompensa, ya que la película de Otomo fue un éxito internacional y es considerada una de las mejores películas de animación japonesa de todos los tiempos (y no sólo japonesa, sino también de la animación mundial, con dos cojons).
No obstante, a pesar de que el film derrocha genialidad por los cuatro costados, Otomo no pudo superar el inevitable handicap de toda adaptación de una obra extensa. El manga tiene más de dos mil páginas y es materialmente imposible meterlo todo en una peli de dos horas. Por ello, multitud de tramas y personajes apenas están desarrollados en la película o simplemente no salen. Por ejemplo, ahora me viene a la memoria una enfermera del instituto de Kaneda, que el chaval se la trajina para que le dé drogas y que al final la muchacha se queda embarazada; o por ejemplo, en el cómic la anciana mística tiene un papel fundamental pero en la peli sólo sale en dos ocasiones, y así un montón de cosas. No obstante, Katsuhiro Otomo consigue realizar una muy buena adaptación, creando un film diferente al manga pero conservando su mismo espíritu, y a pesar de que su final no lo entiende ni la madre que lo parió, se puede disfrutar a tope porque la peli tiene su planteamiento, nudo y desenlace (otra cosa es que no te enteres del desenlace).
A nivel argumental, "Akira" narra un historia llena de diferentes niveles. El más llamativo y evidente es el protagonizado por toda esa imaginería ciberpunk, con Kaneda en la moto, las explosiones y los rayos láser y los edificios a tomar por culo. Buena parte del éxito de la película reside en la verosimilitud de las escenas hiperviolentas, que te dejan con la boca abierta por su crudeza y espectacularidad. Pero "Akira" es mucho más que eso, siendo un auténtico comedero de coco intentar darle una explicación coherente a tanto misticismo y espiritualidad. El tema central de la película es la decadencia del viejo orden y la llegada de un renacimiento cósmico del copón. Hay que reconocer que el mensaje del film es un poquito bastante conservador, con esas democracias decadentes y corruptas, esos militares firmes e impertérritos, esos golpes de estado regeneradores y esa visión de la ciencia como amenaza sacrílega, pero es que el cogollo de la película es filosóficamente idealista y se asienta en el convencimiento de la supremacía del espíritu sobre la materia, espíritu que trasciende la carne y la mente para alcanzar su verdadero potencial místico. El mundo de "Akira" es un mundo decadente, estéril, vacío e ignorante de valores como la tradición, el deber o la disciplina. El ser humano, en nombre de la ciencia, rompió el equilibrio natural de las cosas y al final pasa lo que pasa, que el mundo realiza una transición bestial y monstruosa para recuperar el equilibrio, llevándose por delante a la mayor parte de la población mundial. En fin, Serafín, algunos de estos planteamientos maniquéos nos recuerdan mogollón al cine de ciencia-ficción norteamericano de los años 50, donde los malos eran los científicos de bata blanca y los buenos eran los militares prudentes, sensatos y con un buen pistolón. Pero Katsuhiro Otomo realiza una obra tan extraña y fascinante que las posibles y discordantes interpretaciones abundan como las setas después de la lluvia, y donde algunos ven una apoligía criptofascista otros ven una película anarquista-revolucionaria. Lo que está claro es que Otomo otorga una vital importancia a la espiritualidad del ser humano, auténtica esencia de la persona.
Dejando a Confucio a un lado, "Akira" también habla de las diferentes caras de la adolescencia, personificadas en cada uno de los personajes protagonistas: Kaneda representa la impetuosidad y la arrogancia; Tetsuo, la inseguridad y los sentimientos contradictorios y desbordantes; y Kei, el idealismo y el espíritu combativo. La mutua interacción de estos tres personajes modificarán su forma de ser y su visión del mundo, produciendose unas mutaciones radicales e influencias recíprocas: Tetsuo deja atrás sus dudas y temores y se convierte en una fuerza del universo y Kaneda se contagia del fervor revolucionario de Kei e incluso se convertirá en un líder anarkista (tal como se ve al final del manga). También destaca la relación de amistad entre Tetsuo y Kaneda, una relación que confirma el dicho de que "donde hay confianza, hay asco" y subraya el hecho de que toda amistad duradera conserva por igual aprecio y rencor. Pero como dije anteriormente, la gran virtud de "Akira" es que se puede disfrutar como una buena película de acción y ciencia-ficción ciberpunk, hiperviolenta y realista con unas escenas de infarto que quitan el hipo, con sangre a borbotones y contusiones varias. Gracias a estas escenas, podemos perdonarle a Otomo lo críptico y confuso de su mensaje de fondo y también algunas pretenciosidades del argumento. Hablando en plata, la película está muy guay y punto.
En fin, no creo estar exagerando cuando digo que "Akira" supuso un antes y un después en el mundo de la animación y la ciencia ficción, generando una influencia clave para el género que aún perdura hoy día. Aquí os dejo el trailer del film, cortesía de Bandai Entertaiment.
Mención especial merece la banda sonora de la película, una auténtica obra maestra y pieza imprescindible para el éxito del film. Los temas fueron compuestos por la Geinoh Yamashirogumi, un colectivo japonés formado por cientos de personas de todos los ámbitos de la vida laboral y cultural y que hacen una música muy perita y variada. El pseudónimo del colectivo es Shoji Yamashiro y los muchachos realizan una mezcla explosiva de estilos que van desde la música tradicional japonesa hasta el rock sinfónico. Aquí os dejo todos los temas del film, para que los disfrutéis a gusto, cortesía de OdachiBladeRebirth.
Guión: Lawrence D. Cohen, basado en una novela de Peter Straub
Música: Philippe Sarde
Fotografía: Jack Cardiff
Género: Fantasmas truculentos con las tetas al aire
Intérpretes: Fred Astaire (exacto, el hombre del baile), Craig Wasson, Alice Krige, Melvyn Douglas, Douglas Fairbanks Jr., John Houseman
Sinopsis: En un pueblo de Nueva Inglaterra existe un club gastronómico formado por cuatro ancianos que, en lugar de hartarse de comer, se cuentan historias de terror que son pa cagarse vivo (pues sí que me han salido morbosos los yayos). Y claro, con tanto cuento de susto al final por la noche tienen unas pesadillas de campeonato y así no hay quien concilie el sueño. Un mal día, el hijo de uno de los socios del club muere en extrañas circunstancias (se cae por la ventana y se le ven los huevecillos) y entonces los cuatro abuelos se ponen a la defensiva, porque se dan cuenta de que no ha sido una coincidencia sino que un fantasma se los está cargando uno por uno. ¿Quién es el espectro? ¿por qué está atormentando a los pobres ancianos? ¿es que acaso odia a la gente viejuna? ¡Si quieres respuestas ve la película, chacho! Lo único que te digo es que el fantasma es una tía y está muy buena a nivel físico-molecular.
"Historia macabra" es una de esas películas atípicas y extrañas que, sin ser obras maestras, permanecen en la memoria del espectador por la sutil truculencia de sus imágenes y situaciones. Tal como promete su título original, estamos ante una correcta historia gótica de fantasmas, con sus maldiciones generacionales, sus espectros vengativos, sus casas encantadas y sus putrefactos esqueletos en el armario (tanto literal como figuradamente), que por medio de risas siniestras, gritos desgarradores y sustitos de sopetón, pretenden acojonar al respetable público. Ajena a la corriente exploit de psychokillers halloweenienses ("Viernes 13" se estrenó dos años antes), "Historia macabra" sigue la senda retro iniciada por "El Resplandor" de Stanley Kubrick en 1980, intentando actualizar las viejas historias de fantasmas del siglo XIX en un contexto moderno y sin obviar (y esto es de agradecer) la fuerte carga sexual implícita de estos aparentemente inofensivos cuentos de terror.
El guión de la peli, firmado por Lawrence D. Cohen, pretende simular el esquema literario de la novela a la que adapta, por ello está lleno de flashbacks y situaciones en las que aparentemente no ocurre nada pero que son fundamentales para crear la atmósfera siniestra. Por eso aviso que el ritmo de la película es lento y que las escenas de terror per se son escasas (pero son muy impactantes), primando las escenas dramáticas (drama siniestro, apostillo) a las terroríficas. Fiel a su título, la película está formada por varias historias de fantasmas (que se entrelazan y poseen un mismo origen) ocurridas en diferentes épocas, las cuales condicionan fatídicamente el presente de los protagonistas. La represión sexual, el odio ciego y el deseo de venganza son los protagonistas del film y marcarán el planteamiento, nudo y desenlace de la película. A lo largo de la trama hay desplegadas numerosas pistas desconcertantes que sólo cobran significado cuando, en la recta final de la película, se resuelve el misterio y mientras llega la explicación, inquietan al espectador cosa mala (o buena, según se mire). La historia que cuenta no es muy original precisamente, aunque tampoco le hace falta porque el objetivo del director es reproducir a modo de homenaje los puntos fuertes de los cuentos de miedo góticos.
El elenco de personajes (en su mayoría masculinos) está formado por dos generaciones diferentes que comparten un deseo sexual reprimido y tortuoso. La generación de los ancianos está sumida en una tensión perpetua debido a un pecado sexual del pasado y tiene un montón de recuerdos reprimidos que la atormenta. Quizás por este motivo la sociedad gastronómica tiene esa afición morbosa por los cuentos de terror, para mitigar y a la vez refocilarse de alguna manera con aquello que intenta olvidar. Despúes tenemos la generación de los hijos, personificada por el personaje interpretado por Craig Wasson, que también vive reprimida sexualmente y que cuando aparece un espectro promiscuo que le concede todos sus deseos picantes, pierde la cabeza y se pasa todo el día en la cama retozando. Eso sí, cuando llega la hora de comprometerse, si te he visto no me acuerdo. La primera generación tiene miedo a asumir su verdadera sexualidad (gay o hetero) mientras que la segunda generación se deja arrastrar por el sexo desenfrenado (quizás porque también tiene miedo a asumir su sexualidad). Además de este análisis freudiano, podemos hacer también una interpretación en clave de lucha de sexos, en la que los hombres, debido a su ignorancia y brutalidad, perjudican a las mujeres, que lejos de ser figuras indefensas, poseen más valor y fuerza que los hombres y se rebelan contra la dominación velada masculina. Cabe destacar que los personajes masculinos del film están dominados por el miedo y la inseguridad, mientras que los personajes femeninos son seguros y decididos. Pero tampoco nos pongamos culturetas, que va a parecer que para ver la película hay que coger apuntes y todo.
De todos los personajes del film, destaca por méritos propios nuestra querida fantasma sexual, interpretada por Alice Krige, una actriz con una belleza atípica que casa muy bien con su papel de ánima en pena con la capacidad de pasarse por la piedra a los hijos de quienes la condenaron. Es un personaje que da bastante miedito porque es implacable y cruel, pero sus actos revelan que en el fondo es una víctima que sufre por toda la eternidad, y como la eternidad es mucha, en algo se tiene que entretener la muchacha. Es un personaje que en su día entregó su corazón de forma sincera a uno de los abuelos, pero éste la traicionó de mala manera, así que, en el fondo, las presuntas víctimas se lo tienen merecido, por cabrones. Alice Krige sabe combinar muy bien la dureza y la fragilidad de su personaje, reflejando su sufrimiento y sus ganas de putear los yayos. La expresividad de su rostro (con esos ojos abiertos como platos) también ayuda a ponerte nerviosito.
En fin, "Historia macabra" es una película curiosa y extraña que bebe de varios géneros para crear una obra única y perturbadora. Echadle un ojo si podéis, aunque es recomendable verla con los dos ojos abiertos.
Aquí os dejo el trailer del film, cortesía de Lottoman17.
Y aquí os dejo una de las escenas, cortesía de WSW55.
Productora: Empire Pictures (que dios nos coja confesaos)
Guión: Dennis Paoli y Charlie Dolan, basado en los personajes creados por Luca Bercovici
Música: Fuzzbee Morse
Fotografía: Sergio Salvati
Género: En inglés culto, "Tiny Bastard Monsters", o sea, monstruitos cabrones e joputas
Intérpretes: Damon Martin, Royal Dano, Phil Fondacaro, J. Downing
Sinopsis: Un sacerdote viejuno les quita a tres nazarenos satánicos una bolsa llena de Ghoulies, esto es, unos duendecillos bastardos más malos que un dolor en las gónadas. Los bichos se cargan al sacerdote sin ningún problema y después se cuelan en un camión que transporta una atracción de feria llamada "La Guarida de Satán" y claro, los ghoulies se emocionan porque le recuerda a su casa en el infierno. Los propietarios de la atracción son un viejo mago curda, su sobrino post-adolescente y un señor enanito que se sabe las obras completas de William Shakespeare y los tres son mu amigos pero no ven un dollar desde hace tiempo. Pues bien, la trupe llega a una feria e instalan su atracción, pero de pronto aparece el propietario cabrón y les dice que o aumentan la recaudación de taquilla o a la puta calle. Como su atracción es más bien mierdosa, los tres ya se ven en la cola del paro, pero que no panda el cúnico que los ghoulies van a animar el espectáculo con sus payasadas sangrientas y, de paso, se meterán en el WC para cogerte de los huevecillos (pero de buen rollo).
Tras el éxito inesperado de la divertida y resultona "Ghoulies"(Luca Bercovicci, 1985), la productora Empire, famosa por sus producciones serie Z cutre-lux, no dejó escapar la oportunidad de crear una franquicia y forrarse de billetes exprimiendo el punto fuerte de la primera parte, esto es, los primos pobres de los guiñoles de Frank Oz, esos encantadores monstruitos que se nota a la legua que son marionetas (y bastante malas, por cierto) pero como son muy gamberros y divertidos, se lo perdonamos todo. Pero si en la película de Bercovicci los Ghoulies eran un mero elemento adicional del argumento y los verdaderos protagonistas eran el brujo-mihura y su hijo bellotero practicando magia negra, en "Ghoulies 2" Empire dijo "¿no querías caldo? ¡pues toma dos tazas!" y los supervillanos de la película son única y exclusivamente los Ghoulies, que se dedican a putear al personal durante todo el metraje. Pero tampoco exageremos, caramba, que sólo son 5 Ghoulies: el Ghoulie volador, el Ghoulie-Gato, el Ghoulie-narizón, el Ghoulie con chepa y mi favorito, el Ghoulie verde-calvito con afición por los WC. También al final sale un monstruo de tamaño humano y pare usted de contar, que tampoco había dinero para comprar más marionetas. En cuanto a los efectos especiales, pues en la onda de la serie Z, más o menos lamentables pero eficaces y entrañables. Lo más destacable es que por fin vemos a los Ghoulies caminar con sus patitas, en un ejercicio de stop-motion plan Harryhausen que canta más que Carusso. Y poco más, alguna explosión, algún electrocutamiento y sacabó. O sea, que no esperes ver unas batallas mágicas del copón ni rayos de color azul y rojo como en la primera parte. El tema de la brujería queda relegado a un segundo plano en esta secuela, tomando mayor importancia las relaciones humanas de los protagonistas del film, un grupo de feriantes sin dinero pero con mucha dignidad y compañerismo dispuestos a enfrentarse a un empresario sin escrúpulos para defender su estilo de vida comunitario, solidario y artístico. Este enfoque del argumento a nivel humano queda muy bonito pero a nivel terrorífico puede aburrir a más de uno, sobre todo si lo que quiere es ver a bichos matando a gente y no a unos pobres hombres a punto de quedarse en el paro (para eso ya están las noticias). No obstante, aunque los personajes son bastante tópicos, no por ello dejan de ser interesantes, como por ejemplo el viejo mago alcohólico, cuyos demonios personales lo atormentan constantemente y necesita beber hasta el agua de los floreros para olvidar. ¿Quizás practicó magia negra de joven y por eso está todo el día bebido? Eso explicaría porqué tiene un libro de brujería en el baúl. Por otro lado está el señor de talla baja interpretado por el actor Phil Fondacaro, cuyo personaje también encierra una historia trágica: el hombre es un gran actor de obras clásicas pero su estatura le condena a trabajar en ferias de mala muerte. Su personaje es divertido (con esa afectación aristocrática) pero también emociona (hay una escena que es de llorar que se te saltan las lágrimas). También destaca el implacable empresario, un guaperas elegante que durante toda su vida siempre se ha salido con la suya porque su padre es rico (tan real como la vida misma) pero como al final obtiene su merecido, nos congratulamos y que le jodan (¿qué le haría el ghoulie para que chillara tanto? ¿una colonoscopia salvaje o un tacto escrotal?). En el lado opuesto del reparto, están los personajes del sobrino y de la bailarina, que no pueden ser más planos y aburridos. Destaca la historia ñoña y melodramática de la funambulista frustrada, que como vio a su hermano pegarse una hostia tiene vértigo crónico pero al final de la peli supera su fobia para subirse en una noria y salvar el mundo. En fin, como ya dije antes, la historia de los ghoulies se ve enriquecida (o lastrada, según se mire) por el tema de la lucha de los feriantes contra el despiadado empresario que quiere cerrar las atracciones que no den dinero, una idea que es muy del gusto del norteamericano medio, ya que la defensa de la pequeña propiedad privada frente a las mega-corporaciones es uno de los pilares que sustentan el sueño americano.
En cuanto al guión, es bastante decente aunque no se libra de unos cuantos diálogos absurdos y ridículos (verbigracia, un tío va y dice entusiasmado: "¡A mí me gustan las ratas!"). El interés no decae porque hay muertos cada x minutos y al final se produce la esperada masacre general, con los Ghoulies cabrones desplegando su salvajismo por toda la feria. No obstante, que nadie espere ver un festival de gore y mutilaciones unánimes, ni mucho menos. La violencia de la película es muy light y las muertes ocurren fuera de plano sin un mísero "Slasher" o acuchillamiento. Además, en toda la película no hay ni una escena de destete y apenas sale una pareja de enamoraos besándose y tocando género. Quizás el objetivo de tanta contención en lo violento y en lo sexual tenía como objetivo atraer a un público tardo-infantil y así ampliar el target de taquilla, que nunca vienen mal unos dólares de más.
En fin, "Ghoulies 2" no defraudará a los seguidores de la primera parte, ya que conserva su espíritu gamberro y puñetero. Aunque posee deficiencias evidentes, la película es resultona y se deja ver, ideal para una sesión doble ochochentera.
Aquí os dejo el trailer del film, cortesía de vidgrave.
Género: Pues lo dice el título, cojones: un muñeco cabrón con más peligro que el Pipi Max en un Oktoberfest
Intérpretes: Brad Dourif (nuestro querido Chucky de toda la vida), Catherine Hicks (mujer y madre en la vida), Chris Sarandon (el hermano gemelo de Agustín Bravo), Alex Vincent (el niño empanao, que por cierto no lo busques por internet porque sale su foto de ahora y el niño ha crecido a lo ancho y a lo bellotero)
Sinopsis: Es el cumpleaños de Andy y lo que más quiere el niño es el muñeco de moda de estas navidades, "Good Guy", un berraco de metro y medio que parece un crío de verdad. La madre ese mes está un poco apurada a nivel financiero y como el muñeco cuesta una pasta gansa, al final le regala unos pantalones (¡qué manía tienen las madres con regalar ropa! ¡Queremos juguetes!) y la caja de herramientas del Good Guy. El niño se lleva una decepción más grande que cuando le dijeron que Santa Claus y el Ratoncito Pérez son los padres y se aguanta. Afortunadamente, la madre consigue un Good Guy a mitad de precio en el mercado negro y por fin puede darle al niño un regalo decente. Lo que no sabe la insensata es que dentro del muñeco está el alma de Charles Lee Ray, un criminal reincidente que un buen día no tuvo mejor cosa que hacer que introducir su espíritu en el muñeco, más que nada porque un madero le pegó un tiro en el pecho y el pobre estaba listo de papeles. Pues bien, Charles (o Chucky, que es como se le conoce ahora) se vengará de todos sus enemigos mientras juega a las casitas y a tomar el té con Andy, el cual flipará en colores al ver que su muñeco está más vivo que los de Toy Story 3.
Señoras y señores, cuando Tom Holland parió a su playmobil con mala leche, esa tarde nació una estrella del rock and roll y del machete, porque "Muñeco Diabólico" es todo un clásico dentro del cine de terror exploit de los años 80 y un refrescante revival del subgénero psychokiller, que el pobre ya estaba muy gastado y muy quemado, que se nos rompió el amor de tanto usarlo. El impacto de la cinta de Holland fue tal dentro del panorama decadente del género que dicha fama catapultó a Chucky al panteón de los monstruos, asesinos y bastardos varios e icono por méritos propios dentro del terror cutre-charcutero que tanto nos gusta e divierte. Pero "Muñeco diabólico" no fue sólo un éxito por ser un paréntesis refrescante en un contexto en declive, sino también porque la película está muy guay, es muy digna y muy entretenida, tiene sus muertos, sus sustitos y un super-villano carísmático y cabrón, o sea ¿que qué más quieres? (mil millones de pesetas, pesos o euros, for example, pero esa es otra historia).
"Muñeco diabólico" es el ejemplo perfecto del postmodernismo que imperaría a nivel general en la década de los 90, esto es, la utilización de unos conceptos y situaciones antiguos de una manera nueva y original. Porque no nos engañemos, lo de las muñecas asesinas es más antiguo que llover pa´bajo y ha sido utilizado infinidad de veces en la literatura, el cine y la televisión para asustar al personal, ya que por lo visto estamos hablando de un miedo atávico del ser humano desde que algún listo se le ocurrió la genial idea de hacer reproducciones en miniatura de las personas (una prima mía tenía una muñeca de Doña Rojelia que me daba mucho miedo). Tom Holland no inventa la rueda con su muñeco diabólico, pero tampoco le hace falta, simplemente aprovecha el impacto conceptual y visual de la idea y le otorga un nuevo caríz. Hasta entonces, el tema de los juguetes asesinos se dividían en dos: género femenino: muñecas con un espíritu maligno dentro; género masculino: muñecos de guiñol. Pues el director tira por el camino del medio y te hace un muñeco que supone una amenaza directa físicamente hablando (pegando cuchilladas a la mínima oportunidad) pero que también está relacionado con fuerzas metafísicas cabronas (en este caso, el vudú). Rizando el rizo, también podríamos añadir a la ecuación un factor de terror psicológico potente, porque en el guión original el director quería plantear la posibilidad de que el niño fuera el verdadero asesino, creando dudas en el espectador o preparando un final sorpresa que revelara la verdadera identidad del asesino. Pero tampoco tenemos que hilar tan fino para poder disfrutar de la película, ya que su horror slasher y su humor negro son los verdaderos protagonistas del film.
A pesar de que el guión posee unos cuantos fallos estructurales y cagadillas conceptuales, la historia es eficaz y muy entretenida (y eso que el guión no es para nada original ni plantea situaciones novedosas). Tras un prólogo que sentará las bases de la película y una media hora donde se plantea la situación y aumenta la tensión ambiental, el espectador obtiene lo que promete el título: un muñeco asesino sacando el cuchillo a pasear. Los crímenes son brutales (peaso martillazo que se lleva la pobre muchacha en la cabeza) pero dentro de la sobriedad y el buen gusto que exige el slasher y donde prima el sobresalto antes que el abuso de hemoglobina. También tiene sus escenas de acción emocionante (el ataque al policía en el coche) y situaciones tensas que te ponen de los nervios hasta el final. Pero, por supuesto, sobre todas las cosas, destaca el apartado de los efectos especiales, sobre todo en los realistas rasgos del rostro del muñeco y en sus expresiones de mala leche y odio (todavía impresiona hoy día, en plena era digital, cuando Chucky pone esa cara de asesino estreñido). A nivel fotográfico, la peli también se adelantó a su tiempo, mostrando unas escenas muy claras y luminosas, alejadas de sus contemporáneas que se empeñaban en ocultarlo todo con la poca iluminación. Por eso, como el tomate está en el muñeco ¡pues que se vea bien, caray, que nos ha costado una pasta diseñarlo! Además, tal como dijo en su día Tom Holland, él quería hacer una película donde el mal estuviera en las situaciones de la vida diaria, amenazas en objetos que nos rodean habitualmente y en las condiciones cotidianas (o sea, que nada de bosques ni sótanos llenos de cadenas ni calderas) (sorry, Jason y Freddy).
La película fue un éxito en taquilla y generó una franquicia como es habitual en estas cosas. Tuvo dos secuelas consecutivas, que aunque no te lo creas, se titularon "Muñeco Diabólico 2" (1990) y "Muñeco Diabólico 3" (1991), pero la década de los 90 fue fatal para las franquicias exploitation y habría que esperar hasta 1998 para que Ronny Yu dirigiera la genial "La novia de Chucky" que tuvo una secuela por no utilizar anti-conceptivos: "El hijo de Chucky" (2004). La tendencia progresiva en estos casos es que los elementos terroríficos sean sustituidos por los humorísticos y "Muñeco Diabólico" no fue una excepción, pero gracias a la corta vida de la franquicia, no se llegaron a los niveles de decadencia y patetismo de otras sagas literarias juveniles (como Viernes 13). En este primer "Muñeco Diabólico" hay un buen equilibrio entre comedia y terror, con lo cual la película sigue asustando pero no resulta espesa a nivel argumental.
¡Y ya está bien, hombreee! ya tienes todas las razones del mundo para ver este incunable de los años 80, pero si todavía no te has decidido, aquí te dejo el trailer del flim, cortesía de Valeriehater666.
Guión: David Lynch, basado en la novela homónima de Frank Herbert
Música: Genial, muy acorde con el tono profético del film, como "Lawrence de Arabia" pero con gusanos gigantes. Los muchachos que se encargaron del tema fueron Brian Eno, Daniel Lanois y el grupo Toto
Género: Ciencia-Ficción y una epopeya cósmica del copón
Intérpretes: Kyle MacLachlan (el de mujeres desesperates), Max Von Sydow, Francesca Annis, Jürgen Prochnow, Sean Young, José Ferrer, Sting (haciendo el ganso) y Virginia Madsen (que aunque es la narradora de la peli, sale muy poco)
Sinopsis: Resumir "Dune" es injusto, porque después te quedas con un dolor de cabeza y con un malestar general que parece que tuvieras resaca (pero sin el beneficio previo de beber). En fin, allá va, a ver si no me hago la picha un lío...El espacio sideral está organizado en un gran imperio galáctico gobernado por el emperador Shaddam IV, que en teoría es el que manda pero debajo de él hay muchas casas nobiliarias que luchan por el poder. Una de ellas es la Casa Atreides, que son los buenos de la película porque son muy guapos y populares y están desarrollando un arma secreta potente que tiene asustadito al Emperador. Por eso el muchacho ha pensado un plan para cargarse a los Atreides: les ha ordenado abandonar su planeta Caladaan y dirigirse al planeta Arrakis (también llamado Dune), el único lugar del universo donde se recolecta la especie, un mineral clave para el viaje interespacial, porque pliega el tiempo, el espacio y encima expande la consciencia (como el LSD pero en místico). Siguiendo el plan, cuando los Atreides lleguen al planeta y estén ocupados deshaciendo las maletas, el emperador tiene pensado tenderles una trampa y soltarles encima a los Harkonnen, enemigos totales de la Casa Atreides y además un poco degenerados. Este es, a grandes rasgos, el plan del Emperador y además tiene el visto bueno de los auténticos jefes del universo, La Cofradía, que son los que tienen el monopolio de los viajes espaciales y controlan la especie. El único inconveniente es que uno de los buenos de la película, Paul Atreides, por lo visto es un ser superior y sagrado que a golpe de gusano traerá la paz al universo entero. A ver quien es el guapo que le lleva la contraria a una profecía milenaria.
El productor Dino de Laurentiis estaba frito por conseguir un éxito internacional parecido al de George Lucas y sus Star Wars. Desde que Kubrick diera la campanada con "2001: una odisea espacial" a Laurentis se le enciendió la bombilla de lo de la ciencia-ficción y le faltó tiempo para comprar los derechos de la novela de Frank Herbert "Dune", con la intención de realizar un proyecto único, épico, glorioso, magnífico, inconmensurable y trascendental en el cine universal que dejaría la obra de Kubrick a la altura del betún. Involucrados en el proyecto había nombres tan importantes como el de Orson Welles, Alejandro Jodorowsky, Salvador Dalí, Moebius, H.R.Giger e incluso el grupo de rock progresivo Pink Floyd. Cinco años estuvieron mareando la perdiz y al final todo quedó en nada, suspendiéndose el proyecto y a otra cosa mariposa. Y fue entonces cuando George Lucas rompió taquillas con su trilogía de las Galaxias, ante el estupor y la rabia de Dino de Laurentis que no daba crédito a sus ojos ya que un niñato barbudo se le había adelantado al conseguir un mega-éxito de la ciencia-ficción, sobre todo cuando su proyecto de Dune era anterior al de Star Wars. Por eso, Laurentiis llegó a un acuerdo con la Universal para producir una peli de ciencia-ficción que fuera un taquillazo a la par que culta y de calidad. El primer intento fue "Flash Gordon" (Mike Hodges, 1980), adaptación del cómic en clave camp, lo cual supuso un fracaso de taquilla bastante importante. Lejos de desanimarse, Laurentiis se acordó de ese viejo proyecto descartado en los años 70, la ambiciosa adaptación de la novela "Dune", y pensó que ahorita mismo era el momento de llevarla a cabo.
No tengo la menor idea de por qué David Lynch fue el director elegido para este proyecto. Quizás porque era un director joven que sólo había hecho un par de películas discretas pero de gran impacto ("Cabeza Borradora" y "El hombre elefante") y al que se le podría mangonear cuando fuera necesario. Lynch dijo que vale, pero a cambio Dino De Laurentiis debía producirle una segunda película, fuera cual fuese la recaudación en taquilla de "Dune". Afortunadamente ese acuerdo se puso por escrito, ya que "Dune" fue un fracaso en taquilla bastante grande, Dino de Laurentiis se quedó, otra vez, compuesto y sin novio y David Lynch salió de rositas e incluso pudo rodar un peliculón como "Terciopelo Azul".
Entrando ya en harina, "Dune" te puede gustar, te puede asquear o te puede aburrir, pero hay que reconocer que la película es única (tanto en lo bueno como en lo malo). Desde luego, no es un buen film de ciencia-ficción y por supuesto no es una buena adaptación de la novela de Frank Herbert. Para los que no se hayan leído el libro, señalar que la obra es un tocho bastante potente repleto de ideas, conceptos, lugares, personajes e incluso tiene un glosario con un porrón de terminología. La obra de Herbert trata temas tan dispares (o no) como la ecología, la política y la economía y si nos ponemos a rascar, se pueden apreciar los paralelismos con el petroleo y la OPEP. También hay muchas intrigas, complots y tejemanejes en la sombra (por ejemplo, en la batalla final, Paul gana a Sting con trampas). También tiene mucha filosofía de andar por casa y una profunda religiosidad, teniendo muchos puntos en común con el nacimiento y la expansión del Islam en la Edad Media. Pero sobre todo, la novela es un viaje iniciatico del protagonista, Paul Atredeis, que al principio es un adolescente bastante enano para su edad y al final acabará teniendo un niño con Chani y se casará con la Princesa Irulan, eso sin contar con que se hace caudillo de los Fremen, mesías de una nueva religión y libertador del universo. Pues bien, para adaptar todo este compendio inagotable de ideas y conceptos, David Lynch pensó en rodar una película no demasiado larga, de unas 7 u 8 horas. Laurentiis le dijo que nanai del peluquín, así que Lynch dijo que vale, que con 5 horas se apañaba. Como De Laurentiis no daba su brazo a torcer al final dijo, ni pa ti ni pa mí, con 3 horas me conformo. Con estos 180 minutos debajo del brazo, Lynch intentó la tarea imposible de adaptar la novela entera, cosa que no consiguió, por supuesto. Además, para más inri, la productora cambió de opinión y la versión que se estrenó en los cines tenía poco más de dos horas, dejando un montón de material rodado en la cuneta y descontextualizando aún más si cabe la adaptación cinematográfica de la novela. Años más tarde, se estrenó en televisión una versión extendida de la película, con las tres horas de metraje original y además con una introducción de dibujitos que explicaba el nacimiento de la cofradía, de las Bene Gesserit y de los Mentat. Ni qué decir tiene que a David Lynch no le hizo ni puta gracia.
Ver por primera vez "Dune" es un ejercicio de ignorancia, porque no te enteras de casi nada. Es tal la concentración de datos e información que la mitad de las cosas no las pillas y la otra mitad sencillamente no las entiendes. Continuamente estás fuera de la película y a no ser que hayas leído el libro previamente, todo te sonará a chino mandarín. No obstante, parte de lo más evidente de la esencia del relato, la lucha eterna entre el bien y el mal, sí se puede apreciar y disfrutar a tope, porque en eso, la peli es bastante arquetípica: caballeros de brillante armadura que pierden el honor a manos de un traidor pero que más tarde lo recuperarán a base de hostias, masacrando al enemigo. Y si tienes un poquito de conciencia social, también te gustará la parte de la ecología y la crítica a la sobreexplotación de los recursos naturales. No obstante, el universo de Herbert es mucho más rico que eso y es materialmente imposible meterlo en una peli de dos o tres horas.
Después tenemos las burradas propias de la casa Lynch, con sus grotescas abominaciones, sus obsesiones sexuales y sus perversiones varias que espantarán a más de uno y a más de dos. Al director le encanta moverse entre mundos extremos y establecer lazos de unión entre ambos para realzar su peculiar esencia. Mientras que los Atreides de buenos, puros y nobles son tontos perdidos, los Harkonnen son unos degeneraos morales y unos ambiguos sexuales que los mismo le da pelo que pluma (por no mencionar que tienen el cutis fatal). Crueles, sádicos, puñeteros e incluso siniestramente cómicos (El barón Vladimir en forma de globo volador tiene su miga), David Lynch tiene la excusa perfecta para desarrollar todos sus sueños y pesadillas surrealistas en sus variantes más grotescas e indecentes. En "Dune" podemos ver influencias de su opera prima "Cabeza Borradora" tanto en la suciedad física y moral de algunos personajes como en el careto del representante de la Cofradía que sale al principio, que es calcadito al bebé mutante de su primera película. Por no mencionar esos enormes falos-vagina en forma de gusano que, en lugar de formar una comunión natural con la belleza minimalista del desierto, lo que hacen es mancillarla y penetrarla una y otra vez, en un acto constante de violación. Pero es que la cabra siempre tira al monte, y una de las características más llamativas de Lynch (aunque no la más importante) es esa puesta en escena repugnante y repulsiva que no duda en mostrar al respetable público cuando la historia así lo requiere y que da bastante asquito a nivel general.
Aunque "Dune" posee elementos puramente lúdicos propios de la ciencia-ficción (naves espaciales, peleas, rayos láser, bichos gigantes e destructivos...) su carácter sobrio y retorcido no promueven un disfrute descerebrado típico de las space-opera como "Star Wars". Aunque los personajes poseen un toque medieval muy refrescante, el desarrollo de la trama y el mensaje mesiánico y profético del mismo, con todo ese rollo del elegido por los dioses que salvará al universo e impondrá una nueva religión chula, le da a la película un toque muy soso y pretencioso. Hay varias batallas gordas en el film, pero su puesta en escena no es emocionante ni entretenida, simplemente resaltan aspectos de la trama, pero no son escenas de acción en sí mismas: cuando los Harkonnen arrasan la base de los Atreides, lo importante no es la batalla, sino la traición; cuando Paul Atreides y los Fremen atacan con los gusanos, lo que menos importa es el combate, lo que Lynch quiere subrayar es el carácter divino y mesiánico de Paul. Como dije en un principio, esto limita bastante la película y acorta su público potencial, sobre todo entre los más jóvenes, lo cual es una putada para la venta del merchandaising, que los pobres habían hecho una serie de muñecos articulados como los de Star Wars y seguro que no vendieron ni uno: ¿a qué niño le gustaría tener un muñequito del Barón Vladimir Harkonnen, que se pasa el día sobando a delicados muchachitos y que tiene más espinillas que ellos mismos? En fin...
A pesar de todo, "Dune" es una gran película, y lo es por su tremenda fuerza visual y porque el estilo personal de David Lynch está siempre presente en el film. Posee un barroquismo y un "Horror vacui" que no deja indiferente a nadie. Los decorados y la ambientación son los auténticos protagonistas del film y todo gira en torno a ellos: El refinamiento, la elegancia y la suntuosidad de los palacios imperiales, la vastedad y belleza de los desiertos de Arrakis, la frialdad y la inhumanidad de las ciudades-fábrica de los Harkonnen...los escenarios son colosales, diáfanos e impresionantes y a menudo ahogan a los personajes y les arrebata el protagonismo. La estética también es fundamental en el film, sobretodo porque es retorcida y demente y poseen muchas connotaciones sexuales al más puro estilo H.R. Giger. Lynch se adelantó unos años al "Hellraiser" de Clive Barker en utilizar la estética fetichista del cuero negro tan vulgar y tan elegante y sugerente al mismo tiempo. Además, no podemos obviar todos esos objetos y situaciones en los que un Freudiano estaría en su salsa. Pero lo mejor de la película es su atmósfera irreal e imposible, llena de pretenciosidad, impostura y afectación, que otorga al film un aire de cuento para niños siniestro. La interpretación de los actores es anti-natural, fría, ostentosa y a veces hilarante, quedando todo muy bizarro y teatral. Indudablemente, este estilo y puesta de escena desagradará a algunos (bueno, a mucha gente) pero lo que hay que dejar claro es que "Dune" no es así porque David Lynch no supo dirigir correctamente a los actores o se vio superado por una empresa faraonica con cientos de extras, efectos especiales y gusanos gigantes. Al contrario: la visión surrealista y la manita traviesa de David Lynch está en cada centímetro de metraje de la película, pero sin medida y a lo bestia. Seguramente Lynch no era el director indicado para sacar con éxito comercial una empresa de estas características, pero a cambio, y con permiso de los disgustos que se tuvo que llevar Dino de Laurentiis, "Dune" es una obra única, genial y marciana en el panorama del "fantastique" cinematográfico.
Aquí os dejo el trailer de la película, cortesía de Charllotte84.
La verdad es que me dejo varias cosas en el tintero (análisis pormenorizado de los actores, comentar la posterior versión de "Dune" hecha en el año 2000, hacer mención de los múltiples juegos de mesa y de ordenador que ha tenido la película, (por cierto, para mi decimosegundo cumpleaños me regalaron el juego de mesa de "Dune" y estaba muy guay), etc.) pero es que esta entrada se está haciendo más larga que un día sin pan y tampoco es eso.
La invasión de los zombies atómicos (Incubo sulla cittá contaminata aka Nightmare city, 1980, Italia, México y España)
Dirección: Umberto Lenzi
Guión: Antonio Cesare Corti, Luis María Delagado, Piero Regnoli
Género: Zombies sádicos y promiscuos en el extrarradio de Madrid
Intérpretes: el gran Francisco Rabal, Hugo Stiglitz, Laura Trotter, Mel Ferrer, el de la caída del imperio romano de occidente
Sinopsis: Un periodista hippie con barbita y permanente va al aeropuerto porque el gran profesor Haikenberg va a llegar desde la central nuclear del estado para dar explicaciones al gobierno y al ayuntamiento, porque por lo visto hace unos días hubo una fuga de gas radiaoactivo en la central y las autoridades aún no saben qué consecuencias ha tenido lo nuclear en la población civil. Pues bueno, allí están todos esperando y el profesor que no llega. Pero de pronto, un avión militar Hércules aterriza a las bravas en el aeropuerto y de su interior salen decenas de zombies atómicos encabezados por el profesor Haikenberg, que también es un no muerto con mu mala leche, porque nada más poner los pies del suelo acuchilla a mi coronel. Los zombies, salvajes perdidos, masacran a todos los controladores aéreos del aeropuerto y extienden la infección por la ciudad mientras el alto mando del ejército, encabezado por Mel Ferrer y Paco Rabal (al que la invasión le ha fastidiado un momento íntimo con su santa esposa) idean planes para acabar con los zombies, en concreto el plan de emergencia H y, como reserva, la variante C por si la situación se les va de las manos. Desgraciadamente, ni el plan H, ni el plan C ni todas las letras del abecedario juntas servirán para detener a los zombies, porque además de asesinos, los muy pervertidos están palotes perdidos y quieren robarnos la honra.
En la historia del cine hay numerosas películas aberrantes, cutres, absurdas, delirantes, ridículas, incongruentes, estafadoras y malas de cojones. Pero os puedo asegurar que ninguna es tan sumamente grotesca y amoral como esta que estamos comentando, "La invasión de los zombies atómicos" dirigida por el inefable Umberto Lenzi, un charcutero italiano de lo exploitation que con menos miedo que vergüenza se dispuso a realizar una película con cuatro duros y mucho morro. El propio título, grandilocuente y oportunista como él solo, ya adelanta el típo de película que vamos a ver. Para empezar, diez o veinte tíos corriendo por un descampado no es técnicamente una "invasión", más bien parece un grupo de extras que por un bocadillo y una cocacola se ponen a hacer el mono delante de la cámara; después, los zombies son zombies por que tú lo digas, porque a parte de lo del tiro en la cabeza para matarlos, no se parecen en nada a los zombies clásicos, tanto de la rama del vudú como del subgrupo romeresco. Para empezar, estos zombies no andan cojeando con la pata chula, sino que los tíos corren, saltan, pilotan aviones, saben karate, judo y taikuondo. A nivel de matar, en lugar de pegar moridiscos, como el dentista está muy caro, los cabrones cogen cuchillos, pistolas y metralletas y se ponen a matar lo más bastarda y cabronamente posible a la gente, y encima lo disfrutan. Sus cuerpos no están descompuestos, sencillamente tiene pegotes de plastilina en la cara que simulan quemaduras radioactivas y uno no sabe si está viendo un zombie, una pizza con peperoni o al primo-hermano del vengador tóxico. Y para acabar, estos farsantes no comen carne humana sino que se beben la sangre de sus víctimas a buches. En fin, un espectáculo impresentable, como os podéis imaginar.
No obstante, aquí no se acaba el cutrerío, porque tanto el argumento, como los personajes, como los diálogos, como la ambientación y los exteriores dan vergüencita ajena. Vamos a ver, si la película está ambientada en una capital de Estados Unidos...¿a quién se le ocurre grabar escenas en el extrarradio de Madrid, en el parque de atracciones, en el aeropuerto de Barajas o en la M-30? Gloria bendita, que el tongo canta más que Carusso. Y con los uniformes y vehículos pasa lo mismo, que el director se creía que con poner en la puerta de un Seat "police" ya se iba a creer el espectador que estaba en la gran manzana. El guión hace aguas por todos lados porque carece de la más mínima coherencia (más que nada porque el presupuesto era ajustadísimo y no podían hacer más). Ahí tenemos a ese ejército norteamericano que no son más inútiles porque no se han levantado temprano, con ese Mel Ferrer quieto como una estatua dando órdenes sin sentido (que luego nadie cumple) y ese Paco Rabal dando vueltas en helicóptero por los descampados madrileños viendo correr a 20 descerebrados. Los diálogos son también para no echar gota, por pedantes y grandilocuentes, que a veces los personajes se ponen a filosofar cosa mala, hablando de la lucha de clases y la evolución de las especies. Los especialistas son los protagonistas del film, el periodista y su esposa enfermera, que mientras escapan, pegan tiros y se ahostian entre ellos, se ponen a hablar y no hay quien los pare.
En fin, como película de terror, "La invasión de los zombies atómicos" es impresentable. No obstante, como película de humor involuntario y descojone generalizado, la película cumple a la perfección su cometido, porque susto no da, pero risa, un montón.
Para empezar, tenemos las multitudinarias y caóticas escenas de masacre, tanto en el estudio de televisión (con esas mama-chichos de saldo) como en el Hospital, donde los incubos despliegan sin tapujos su mala hostia. También tenemos momentos sublimes, como ese bicho que le corta una teta de plastilina a una bailarina o ese cirujano-ninja que le lanza un bisturí a un zombie como si fuera un shuriken. La sección de despelote también está cubierta con creces, porque los desnudos más gratuitos no pueden ser. Además, tenemos escenas románticas y eróticas, como la de Paco Rabal con una gachí, que a fuerza de magrearla la va a desgastar, o esas bailarinas y enfermeras a las que accidentalmente se le rompe la blusa.
El final de la película es una estafa total, tanto en la forma como en el fondo (Lenzi no tuvo ni que rodarla, ya que hizo un "corta y pega" con los primeros minutos del film) y el maniquí que se cae del helicóptero y se pega el golpe con la noria del parque de atracciones de Madrid refleja a la perfección la sutil esencia del film. Cinema verité, vamos.
No obstante, aunque la película es una mierda pinchada en un palo, hay algo que sí que vale la pena: nuestro Paco Rabal que estás en los cielos, un actor todoterreno que con filosofía y paciencia encarna a un coronel del ejército americano, dándonos a todos lecciones de humilidad y profesionalidad: unos días ruedas películas con Buñuel y Antonini y otros días tienes que participar en engendros de este tipo. La vida es ansí.
Resumiendo: la película es malísima pero a nivel friki es una joya imprescindible que no debería faltar en ninguna filmoteca ¡Viva el cutrerío!
Aquí os dejo un video hecho por mí mismo. Pero AVISOOOOOOO! el video tiene unos cuantos SPOILERRRRSSSS.
Género: Aprendices de brujo demoníacos y monstruos de peluche gamberros
Intérpretes: Peter Liapis (que tiene una cara de bellotero que tira de espaldas), Lisa Pelikan (que se parece un montón a la hermana de Mulder), Michael Des Barres (encarnando al papi-brujo con los ojos verdes y los cuernos de un torito bravo), Jack Nance (un mindundi que parece que no sabe nada pero lo sabe to)
Sinopsis: En una noche de luna llena, un brujo cabrón quiere sacrificar a su hijo porque, entre otras cosas, eso es lo que hacen los brujos satanistas. Pero que no cunda el pánico, porque ahí está la madre coraje que rescata al niño y le pone un colgante que le hace inmune a la magia negra del padre putativo. El brujo cabrón se enfada, mata a la madre y le dice a uno de sus esbirros que se lleve al niño a la China continental, que no lo quiere ver más. Da la casualidad que el esbirro es buena persona y decide cuidar al niño y apartarlo del mundo de la magia negra. Por eso, cuando el nene llega a la mayoría de edad, le deja ir a la mansión familiar, donde el padre brujo (ya fallecido) tenía todos sus libros de magia negra, sus túnicas kitsch, sus tridentes eléctricos y sus altares satánicos. Como de casta le viene al galgo, el nene se picará con la magia luciferina y en una noche tonta invocará a unos pequeños demonios cabrones, los ghoulies, y ya está todo el pescado vendido.
"Ghoulies" resume a la perfección el espíritu exploitation de los años 80: una película mala de cojones pero con mucho carisma. Englobada en el subgénero "little bastard monsters" a raíz del éxito de los Gremlins de Joe Dante, esta película tiene una poca vergüenza impresionante, porque los pequeños monstruitos salen poco y mal, siendo el tema central del film la paulatina posesión del hijo del brujo por el espectro de su padre, que el chaval empieza a jugar con las cosas satánicas y al final va perdiendo la personalidad en favor de la del padre, que el cabrito está esperando en el nicho para hacer acto de presencia (argumento que nos recuerda al clásico relato de H.P. Lovecraft "El caso de Charles Dexter Ward"). El muchacho está tan obsesionado con la magia que incluso para cumplir conyugalmente con la novia se pinta un pentagrama debajo de la cama y así no tiene que tomar viagra. Por todo esto, la verdad es que los ghoulies no pintan nada en la historia, sólo son un mero adorno y un evidente reclamo comercial para que los chavales piquen y vayan al cine o se alquilen la película esperando ver un espectáculo similar al de los Gremilins o los Critters, con cientos de bichos saltando y dando por el bottom. Pero ¿sabéis que os digo? ¡Que me da igual! los bichos son tan gamberros, tan cabrones y tan encantadores (en especial el bicho verde calvo de la portada, como una versión mutante de Pato WC) que le perdono al director lo granuja que es. Hay que reconocer que la idea tiene potencial, pero como el presupuesto no da ni para pipas, los bichos apenas son marionetas sin movilidad enfocados en primer plano o en plano medio para que no se le vean las piernas (o el brazo del tío que los está moviendo). O sea, que nadie espere ver unos guiñoles como los de Jim Henson o Frank Oz, ¡ni mucho menos! más bien son títeres cutres como los del parque un domingo por la mañana y va que chuta. Pero la serie Z es lo que tiene: contra más cutre, más divertido. No obstante, hay algunas secuencias escalofriantes, como la del muñeco con la cara blanca que está en la mecedora y en el armario indistintamente.
Exceptuando a la pareja protagonista, los personajes son bastante tópicos y patéticos, un puñado de "jóvenes-adolescentes" amiguetes que van a las fiestas a beber, endrogarse y a arrimar cebolleta: está el ligón chulo playas, están las tías buenas (dos), están los colgados drogatas (el de las gafas de sol es muy divertido) y está el friki que no liga ni una. Y no solo es mala su interpretación, sino también su estilismo, porque me llevan unos peinados y unos trajes que son de lo más hortera de los 80´s. A nivel argumental, estos personajes no sirven para nada, pero como carne de cañón cumplen a la perfección su cometido, siendo masacrados por los ghoulies, por una pareja de enanitos o por el propio brujo cabrón. Y hablando de masacres, en la peli apenas hay gore, a excepción de un bulto en el entreteto de la madre o algunos arañazos y mordiscos. En cuanto al padre brujo, queda muy bien como supervillano grandilocuente y egocénctrico, con sus grandes poses, su afectación aristocrática y sus ojos verdes fosforitos. Además, el tío es un ambiguo y un degenerado sexual, porque le quiere comer la boca a su propio hijo ¡vamos, que además de satánico es un rato guarro el tío! Y el final de la peli es apoteósico, con una batalla de brujos que ni el señor de los anillos, con sus rayos rojos y azules que sería la envidia de Gandalf y Sauroman.
Como ya dije en un principio, el carisma y el potencial de la película era innegable y tuvo un éxito de taquilla impresionante, lo cual propició varias secuelas con un nivel de cutrerío similar a la original. En concreto fueron 3 secuelas: "Ghoulies 2","Ghoulies 3: los ghoulies van a la universidad" y "Ghoulies 4: los ghoulies tras el amuleto maldito". Estas películas fueron pasto de videoclub, con una audiencia compuesta en su mayoría por niños y pequeños adolescentes que flipaban (flipábamos) en colores a pesar de lo malas que eran.
En fin, "Ghoulies" es una película que no conoce el término medio: o la amas o la odias profundamente. Yo me encuentro entre los primeros (aún reconociendo que la peli es un rato cutre). Aquí os dejo el trailer de la película (cortesía de Trashtrailers).
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Y aquí os dejo una de las escenas clave de la película, o como LosBrothers69 ha titulado, "Ghoulies orgasmus".
En los límites de la realidad: la película (The Twilight zone: the movie, 1983, USA)
Dirección: bueno, no nos hagamos la picha un lío nada más comenzar. La película está compuesta por cuatro episodios independientes entre sí, y cada uno está dirigido por un notas diferente. El primero, el del racista cabrón, está dirigido por John Landis; el segundo episodio, el de los yayos rejuvenecidos, lo dirige, como no podía ser de otra manera (con lo ñoño que es) Steven Spielberg; el tercer episodio, el del niño puñetero con superpoderes, lo dirige Joe Dante; y el último, el del avión con el gremlin en el ala derecha, lo dirige George Miller, el de Mad Max.
Producción: John Landis y Steven Spielberg
Guión: John Landis, George Clayton Johnson, Richard Matheson (el de soy leyenda), Jerome Bixby y Robert Garland, tomando como base los episodios de la serie de televisión "En los líimites de la realidad" (o "Dimensión desconocida", según el hemisferio) de Rod Serling.
Género: Cuentos de terror, misterio, fantasía y acojone, con mucho humor negro, mala leche y horró (aunque el episodio de Spielberg es de un cursi insoportable)
Intérpretes: Vic Morrow, Scatman Crothers (el cocinero calvo de color de "El resplandor" que tiene la voz de los documentales de Costeau), Kathleen Quinlan, John Lithgow, Jeremy Litch, Dan Aykroid
Sinopsis: Por lo visto existe una quinta dimensión que es pa cagarse vivo, porque allí suceden cosas horripilantes y misteriosas que te quitan el sueño y las ganas de comer. Esa quinta dimensión es la de la imaginación, pero tiene que ser una imaginación mu cabrona, porque cuando choca con los límites de nuestra realidad, casi siempre alguien acaba bien jodido. Por ejemplo, si vas en coche por la noche con otro tío y el colega te dice que si quieres que te enseñe algo que da mucho miedo, o bien quiere enrollarse contigo o bien es un monstruo que te va a asesinar; Si eres un racista cabrón, mejor estate calladito, porque a lo tonto te puedes teletransportar a la Segunda Guerra Mundial y los nazis te pueden tomar por judío, y entonces sí que te vas a arrepentir de ser tan hijoputa racista; Si atropellas a un niño y el crío no tiene ni un cardenal, desconfía mucho, porque seguro que lo que quiere el mamoncete es llevarte a su casa de dibujos animados y encerrarte pa toa la vida en ella, comiendo hamburguesas con mantequilla de cacahuete; y por el amor de dios, si viajas en avión NUNCA te pongas en el asiento de ventanilla, que como haya tormenta un gremlin te puede joder el viaje (pero que no se enteren los pilotos o los controladores, que si no, aprovechan el evento para hacer una huelga salvaje!!).
Entre 1959 y 1964, el canal de televisión Norteamericano CBS emitía una serie de misterio, terror y ciencia-ficción que tenía a la gente pegada en el asiento con los ojos como platos, gracias a su originalidad, a su buen hacer, a sus grandes guiones, a sus grandes actores y también gracias a sus finales sorprendentes. Pero sobre todo, gracias a su creador, un genio llamado Rod Serling, que el tío tenía arte, salero y duende para dar y regalar. Esta serie es, por supuesto, "Twilight Zone", porque si no, no sé por qué carajo estaría hablando de ella en esta reseña de "En los límites de la realidad: la película" ya que el film, realizado 20 años después, es un homenaje en toda regla a la serie de televisión antes mentada, cuyos capítulos eran tan alucinantes que nos dejaron flipados de niños, quedándose grabados en nuestra memoria un buen puñado de ellos (aunque la traducción exacta de "Twilight zone" sería "zona crepuscular", en lengua hispana se convirtió en "La dimensión desconocida" que tiene más gancho comercial).
Pues bien, Steven Spielberg y John Landis habían visto la serie de niños y también quedaron pillados por ella, así que decidieron hacer una especia de remake con algunos de sus episodios favoritos, intentando recrear la magia y la fascinación de los mejores tiempos de la serie. Pero claro, del dicho al hecho hay un buen trecho, y ni Spielberg ni Landis poseían la genialidad de Rod Serling, capaz de crear historias memorables con una economía de medios y una sencillez argumental digna del oscar. Además, las historias de Serling eran impactantes, inquietantes, alucinantes, angustiosas pero sobre todo, tenían muy buen gusto, eran muy equilibradas en todos los sentidos y aunque poseían ese toque de ironía perversa, sus historias no tendían al exceso ni al escándalo (al contrario que, por ejemplo "Alfred Hitchcock presenta"). Desgraciadamente, ni Landis, ni Spielberg, ni Dante (Joe, no Alighieri) ni George Miller se caracterizan por la sutileza y la mesura. Más bien todo lo contrario. Y así nos luce el pelo. "En los límites de la realidad: la película" es un mal remake de la serie de televisión (a pesar de tomar como punto de partida historias originales de la misma). No obstante ¿eso significa que la película es un mal film de terror? ¡En absoluto, vida mía! La película es muy divertida e interesante, gracias a su desparpajo, su sal gorda y sus excesos en todos los sentidos. Pero los fans de toda la vida de la serie se preguntarán "¿qué han hecho con mi dimensión desconocida? ¡no era así como la recordaba! ¡Weeeeeeeeeeeee!"
Como ya dije al principio, la peli se divide en cuatro segmentos independientes entre sí (con una pequeña introducción dirigida por John Landis y protagonizada por el humorista Dan Aykroyd, que aquí da de todo menos risa). El primer capítulo es la única historia original de la película, dirigida por John Landis y protagonizada por el malogrado actor Vic Morrow. La historia posee una moralina bastante predecible y simplista, pero no por ello menos efectiva y angustiosa: un racista que sufre en sus propias carnes el efecto de su odio. La idea original de la historia era que el cabrito racista aprendía a base de palos a no ser tan xenófobo e incluso salvaba la vida a dos niños vietnamitas, pero un trágico accidente en mitad del rodaje que le costó la vida al actor, truncó el desarrollo de la historia y tuvo que ser concluida tal y como se ve en el film. El segundo segmento de la película no pega ni con cola con el resto del film, debido a su tono empalagoso, ñoño, infantiloide, cursi y agilipollado. Evidentemente es el episodio de Spielberg, que el día que le diagnostiquen diabetes se le va a acabar el rollo pastelón. Es el episodio más simple y facilón, apelando a una ternura de saldo con unos niños repelentes a la par que entrañables y con un abuelo entrañable a la par que repelente. Su atmósfera acalamerada y lisérgica, el abuso de los primeros planos para dar una sensación de proximidad y la moraleja final del film, hacen de este segmento el más flojo de los cuatro, y no porque sea mu bonito (que lo es) sino porque Spielberg utiliza las herramientas más vulgares para crear una ternura artificial. Pero que nadie se preocupe porque a partir de aquí empieza lo fuerte. El tercer episodio está realizado por Joe Dante, y con esto ya está todo dicho: mucho humor negro, mucho cafrerío, muchas escenas grotescas y mucha mala leche concentrada. Dante sabe explotar como nadie el sadismo de los dibujos animados clásicos, ofreciendo una auténtica pesadilla conceptual en un mundo cerrado, claustrofóbico y asfixiante. Por otro lado, la historia está protagonizada por Kathleen Quinlan, una monería de muchacha con una sonrisa bellísima. Y por último, tenemos el episodio dirigido por George Miller, con una actuación memorable del actor John Lithgow, el eterno secundario del cine estadounidense, que aquí interpreta como nadie a un pasajero de avión realmente asustado por las turbulencias del viaje y por los bichos que pretenden cargarse los motores del aparato. Lithgow lleva la paranoia y el aconjone de su personaje hasta el límite, siendo todo muy excesivo pero también perfectamente creíble, que el pobre tiene más miedo que un perrito chico. Aquí también vemos el sentido del humor retorcido y grotesco de Miller, que no se corta un pelo a la hora de crear un caos tanto dentro como fuera del avión, porque hay momentos que parecen sacados de "Aterriza como puedas".
La película no tuvo el éxito esperado, en parte debido al escándalo que supuso el grotesco accidente de helicóptero en medio del rodaje que le costó la vida a Vic Morrow y a dos niños. Hasta ese accidente, las medidas de seguridad en los rodajes eran muy escasas y las jornadas de trabajo eran excesivamente largas y agotadoras. Desgraciadamente tuvieron que morir tres personas para que las leyes fueran más estrictas en ese sentido.
¡Viva el power friki! ¡Viva la sub-cultura retro-trash de los años 80! ¡Viva el terror, el misterio y la Ciencia-Ficción! ¡Viva el video comunitario, que tanto nos aportó culturalmente! ¡Vivan las películas exploitation, los efectos especiales de andar por casa, el despelote indiscriminado, el gore sin pudor y el sirope de frambuesa! ¡Viva SUSTOVISION! ¡Y viva TÚ por tu buen gusto! muchas gracias por leerme y por padecerme!
¡Que me cojas el teléfono, leches!
Que no, Drew, que así no puedes contactar con SUSTOVISION. Tienes que coger un ordenador con interner y escribir un correo electrónico a sustovision@hotmail.es