Dirección: Tom Holland
Productora: Metro Goldwyn Mayer/United Artist
Guión: Don Mancini, Tom Holland y John Lafia
Música: Joe Renzetti
Fotografía: Bill Buttler
Género: Pues lo dice el título, cojones: un muñeco cabrón con más peligro que el Pipi Max en un Oktoberfest
Intérpretes: Brad Dourif (nuestro querido Chucky de toda la vida), Catherine Hicks (mujer y madre en la vida), Chris Sarandon (el hermano gemelo de Agustín Bravo), Alex Vincent (el niño empanao, que por cierto no lo busques por internet porque sale su foto de ahora y el niño ha crecido a lo ancho y a lo bellotero)
Sinopsis: Es el cumpleaños de Andy y lo que más quiere el niño es el muñeco de moda de estas navidades, "Good Guy", un berraco de metro y medio que parece un crío de verdad. La madre ese mes está un poco apurada a nivel financiero y como el muñeco cuesta una pasta gansa, al final le regala unos pantalones (¡qué manía tienen las madres con regalar ropa! ¡Queremos juguetes!) y la caja de herramientas del Good Guy. El niño se lleva una decepción más grande que cuando le dijeron que Santa Claus y el Ratoncito Pérez son los padres y se aguanta. Afortunadamente, la madre consigue un Good Guy a mitad de precio en el mercado negro y por fin puede darle al niño un regalo decente. Lo que no sabe la insensata es que dentro del muñeco está el alma de Charles Lee Ray, un criminal reincidente que un buen día no tuvo mejor cosa que hacer que introducir su espíritu en el muñeco, más que nada porque un madero le pegó un tiro en el pecho y el pobre estaba listo de papeles. Pues bien, Charles (o Chucky, que es como se le conoce ahora) se vengará de todos sus enemigos mientras juega a las casitas y a tomar el té con Andy, el cual flipará en colores al ver que su muñeco está más vivo que los de Toy Story 3.
Señoras y señores, cuando Tom Holland parió a su playmobil con mala leche, esa tarde nació una estrella del rock and roll y del machete, porque "Muñeco Diabólico" es todo un clásico dentro del cine de terror exploit de los años 80 y un refrescante revival del subgénero psychokiller, que el pobre ya estaba muy gastado y muy quemado, que se nos rompió el amor de tanto usarlo. El impacto de la cinta de Holland fue tal dentro del panorama decadente del género que dicha fama catapultó a Chucky al panteón de los monstruos, asesinos y bastardos varios e icono por méritos propios dentro del terror cutre-charcutero que tanto nos gusta e divierte. Pero "Muñeco diabólico" no fue sólo un éxito por ser un paréntesis refrescante en un contexto en declive, sino también porque la película está muy guay, es muy digna y muy entretenida, tiene sus muertos, sus sustitos y un super-villano carísmático y cabrón, o sea ¿que qué más quieres? (mil millones de pesetas, pesos o euros, for example, pero esa es otra historia).
"Muñeco diabólico" es el ejemplo perfecto del postmodernismo que imperaría a nivel general en la década de los 90, esto es, la utilización de unos conceptos y situaciones antiguos de una manera nueva y original. Porque no nos engañemos, lo de las muñecas asesinas es más antiguo que llover pa´bajo y ha sido utilizado infinidad de veces en la literatura, el cine y la televisión para asustar al personal, ya que por lo visto estamos hablando de un miedo atávico del ser humano desde que algún listo se le ocurrió la genial idea de hacer reproducciones en miniatura de las personas (una prima mía tenía una muñeca de Doña Rojelia que me daba mucho miedo). Tom Holland no inventa la rueda con su muñeco diabólico, pero tampoco le hace falta, simplemente aprovecha el impacto conceptual y visual de la idea y le otorga un nuevo caríz. Hasta entonces, el tema de los juguetes asesinos se dividían en dos: género femenino: muñecas con un espíritu maligno dentro; género masculino: muñecos de guiñol. Pues el director tira por el camino del medio y te hace un muñeco que supone una amenaza directa físicamente hablando (pegando cuchilladas a la mínima oportunidad) pero que también está relacionado con fuerzas metafísicas cabronas (en este caso, el vudú). Rizando el rizo, también podríamos añadir a la ecuación un factor de terror psicológico potente, porque en el guión original el director quería plantear la posibilidad de que el niño fuera el verdadero asesino, creando dudas en el espectador o preparando un final sorpresa que revelara la verdadera identidad del asesino. Pero tampoco tenemos que hilar tan fino para poder disfrutar de la película, ya que su horror slasher y su humor negro son los verdaderos protagonistas del film.
A pesar de que el guión posee unos cuantos fallos estructurales y cagadillas conceptuales, la historia es eficaz y muy entretenida (y eso que el guión no es para nada original ni plantea situaciones novedosas). Tras un prólogo que sentará las bases de la película y una media hora donde se plantea la situación y aumenta la tensión ambiental, el espectador obtiene lo que promete el título: un muñeco asesino sacando el cuchillo a pasear. Los crímenes son brutales (peaso martillazo que se lleva la pobre muchacha en la cabeza) pero dentro de la sobriedad y el buen gusto que exige el slasher y donde prima el sobresalto antes que el abuso de hemoglobina. También tiene sus escenas de acción emocionante (el ataque al policía en el coche) y situaciones tensas que te ponen de los nervios hasta el final. Pero, por supuesto, sobre todas las cosas, destaca el apartado de los efectos especiales, sobre todo en los realistas rasgos del rostro del muñeco y en sus expresiones de mala leche y odio (todavía impresiona hoy día, en plena era digital, cuando Chucky pone esa cara de asesino estreñido). A nivel fotográfico, la peli también se adelantó a su tiempo, mostrando unas escenas muy claras y luminosas, alejadas de sus contemporáneas que se empeñaban en ocultarlo todo con la poca iluminación. Por eso, como el tomate está en el muñeco ¡pues que se vea bien, caray, que nos ha costado una pasta diseñarlo! Además, tal como dijo en su día Tom Holland, él quería hacer una película donde el mal estuviera en las situaciones de la vida diaria, amenazas en objetos que nos rodean habitualmente y en las condiciones cotidianas (o sea, que nada de bosques ni sótanos llenos de cadenas ni calderas) (sorry, Jason y Freddy).
La película fue un éxito en taquilla y generó una franquicia como es habitual en estas cosas. Tuvo dos secuelas consecutivas, que aunque no te lo creas, se titularon "Muñeco Diabólico 2" (1990) y "Muñeco Diabólico 3" (1991), pero la década de los 90 fue fatal para las franquicias exploitation y habría que esperar hasta 1998 para que Ronny Yu dirigiera la genial "La novia de Chucky" que tuvo una secuela por no utilizar anti-conceptivos: "El hijo de Chucky" (2004). La tendencia progresiva en estos casos es que los elementos terroríficos sean sustituidos por los humorísticos y "Muñeco Diabólico" no fue una excepción, pero gracias a la corta vida de la franquicia, no se llegaron a los niveles de decadencia y patetismo de otras sagas literarias juveniles (como Viernes 13). En este primer "Muñeco Diabólico" hay un buen equilibrio entre comedia y terror, con lo cual la película sigue asustando pero no resulta espesa a nivel argumental.
¡Y ya está bien, hombreee! ya tienes todas las razones del mundo para ver este incunable de los años 80, pero si todavía no te has decidido, aquí te dejo el trailer del flim, cortesía de Valeriehater666.
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