Dirección: Elio Quiroga
Productora: Eqlipse P.C.
Guión: Elio Quiroga
Música: Alfons Conde
Fotografía: Ángel Luis Fernández
Género: Apocalíptico Nihilista, con zombis-infectados, holocaustos nucleares y unos bichos que por lo visto dan mucho frío
Intérpretes: Silke (más inexpresiva que un canto rodado), Carola Manzanares (¡promiscuos!), Jorge Casalduero (militar locuelo), Omar Muñoz (el niño insufrible), Nadia de Santiago (la joven que descubre el amor) y Pepo Oliva (interpretando a un Chanquete apocalíptico).
Sinopsis: El futuro de la humanidad está fatal. Tras salir ilesos de una guerra químico-nuclear planetaria, los ultimos supervivientes, todos con nombres bíblicos, intentan sobrevivir en un bunker subterráneo perdido de la mano de dios. A pesar de que se han adaptado bastante bien a las limitaciones de su nueva vida (allí el que no moja es porque no quiere), los pobres están asustaditos perdidos por varios motivos. Para empezar, el bunker está rodeado por unos cientos de zombies-infectados que con solo tocarte te conviertes en uno de ellos y eso no mola; por otro lado, algunas noches hace un frío que pela y por los pasillos se da una vuelta un ente extraño mitad nube tóxica mitad licor del polo, que además de congelar las paredes da mucho miedo y los supervivientes se encierran en sus habitaciones y ya que estamos, arriman cebolleta sexual. Pues bien, entre pitos y flautas, el personal no sabe si seguir viviendo a la sopa boba o explorar el bunker (que por lo visto mide cientos de kilómetros) en busca de supervivientes. Pero claro, después de tanto tiempo bajo tierra, alguno de ellos se está volviendo loco perdido ¿adivináis quién es? ¡el militar, por supuesto!
Amigas y amigos, no hay nada que asuste más al ser humano que la ausencia de finalidad en nuestras vidas. Por ello, las películas apocalípticas se disfrutan con una delectación morbosa y autosodomita, porque en ellas hay nihilismo a punta pala y el espectador experimenta a través de los personajes de la peli el FIN (con mayúsculas) de todo lo que nos rodea y nos hace seres humanos: nuestra sociedad, nuestras leyes, nuestro trabajo, nuestros lugares de ocio, nuestras relaciones de amistad, de familia o de pareja y, por último, nuestra propia identidad. Por eso, si a la ecuación del fin del mundo se le añade una epidemia zombi, el disfrute se eleva a un millón y pico. "La hora fría" de Elio Quiroga narra el fin del mundo y además tiene zombis ¿es por ello una buena película apocalíptica y una buena película de zombies? Ni mijita, nasti de plasti, ni hablar del peluquín. Podría haberlo sido, pero como dijo un gran filósofo "con las cosas de comer no se juega", y con el género apocalíptico, tampoco. A la hora de contar su historia de apocalipsis y zombies, Elio Quiroga decide darle un tono de cuento de niño de 5 años que además tiene su moraleja edificante y todo: que los seres humanos semos muy malos y estamos condenados a matarnos los unos a los otros por nuestra ignorancia y bestialismo. Además, la peli también cuenta con un tono mesiánico-simbólico pretencioso y pelín tostón que carece de lógica interna y que entorpece la trama más que enriquecerla. Por todo esto, los principales defectos del film son su indeterminación argumental constante, su rumbo despistado y caótico y su tono simbólico con fanfarria incluida que ahoga el realismo necesario para que la historia funcione. Y de los actores mejor no hablar.
Bueno, ya que estamos, hablemos un poco de los actores. Para empezar tenemos a ese pseudo-mito erótico de finales de los 90, Silke, con menos gracia y peores dotes para la interpretación imposibles. Su inexpresividad gestual y su voz monocorde hacen de la actriz una incognita en esto del cine aspañol y de provincias, que aún me pregunto porqué la siguen llamando para hacer películas. Afortunadamente, para salvar el lado femenino del largometraje, están Carola Manzanares en su papel de madre coraje y Nadia de Santiago, con el papel de adolescente de manual con más tópicos que un chiste de jaimito, pero como la muchacha es buena actriz, se lo perdonamos y le echamos la culpa al guionista. El lado masculino del reparto parece que son todos del club de la barba abundante, porque todos parecen el osito Misha con tanto pelo en la cara. Que sí, que vale, que llevan un porrón de años bajo tierra y que a lo mejor no tienen maquinillas de afeitar, pero es que, exceptuando al niño insufrible e insoportable con más gachas que un plato de idem y a Pepo Oliva en su papel entrañable y sabio de abuelito Chanquetero, todos los tíos de la película se parecen un montón, formando un cast monolítico y clónico que a nivel estético aburre bastante por su monotonía. No obstante, a nivel interpretativo, más que jipis parecen bastante pijos, que sólo les falta el "osea" y "te lo juro por snoopy y por mi polito de Lacoste", restando bastante verosimilitud al asunto.
Bastante inverosímil es también el argumento de la película, que no hay por dónde cogerlo de manera realista. Dejando a un lado todos los detalles "new age buen rollito", la película posee un guión tópico y previsible (que levanten la mano todos aquellos que sabían que el militar se iba a volver malo) además de enchufarnos un culebrón sentimentaloide de no te menees con los novios, ex-novios y la bisexualidad. En cuanto al misterio que da nombre a la película, no queda muy claro qué cojones son los bichos que dan tanto frío ¿quizás los verdaderos inquilinos del lugar que quieren echar a los humanos de su casa? Ni idea, lo único que ve el espectador es una situación efectista sin mucho contenido: llega la hora fría, todos se encierran en sus habitaciones con cara de miedo y poco más. Lo mejor de la película es cuando el director deja atrás tanta pretenciosidad, simbolismo y ñoñería y nos cuenta de una vez la historia que el espectador espera ver: un relato realista de las aventuras y desventuras de unos supervivientes de una guerra nuclear. Ahí está el tomate de la película y no tanto rollo con los nombres bíblicos ni con el niño toca-narices grabando a todos con la cámara de video (o sea, que cuchillas para afeitar no tienen, pero una cámara digital sí). En ocasiones, el director consigue reflejar la desesperación y la angustia de la situación, evidenciando el camino sin rumbo de sus personajes. También hay alguna escena de tiros resultona y la sorpresa final de la película tampoco está nada mal, pero por sí sola no sirve para levantar el entusiasmo y el interés de la película.
Resumiendo: los experimentos, con gaseosa. Si Elio Quiroga quería contar una historia de terror simbólica, metafórica o empapada de realismo mágico, pues me parece estupendo, pero que no maree al espectador con incongruencias ni chorradas de serie de televisión de adolescentes promiscuos. "La hora fría" podría haber sido una gran película de género si el director se hubiera centrado en los aspectos más realistas del tema, pero desgraciadamente todo degenera en un melodrama incongruente que quiere abarcar mucho pero que apenas aprieta nada.
Aquí os dejo el trailer del film, cortesía de LHF01.
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