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Los chicos del maíz II: El sacrificio final (eso no te lo crees ni tú, que todavía quedan 5 entregas más) (Children of the corn II: The final sacrifice, 1993, USA)
Dirección: David Price
Guión: Dicen que la peli está basada en un relato de Stephen King, pero la verdad es que no. El guionista Gilbert Adler continúa el planteamiento de la primera parte, que adaptaba libremente un cuento de Stephen King
Género: Disputas generacionales protagonizadas por niños cabrones y homicidas con un interés especial por el maíz en bruto
Intérpretes: Ryan Bollman (como el niño cabrón), Terence Knox (como el periodista lechón), Ned Romero (como el indio apache profesor de universidad), Rosalind Allen (guapísima propietaria de una casa rural), Paul Scherrer (el hijo rebelde y agilipollado del periodista lechón) y Christie Clark (una joven campesina que está loca por salir del pueblo y que también está muy buena)
Sinopsis: Varios días después del final de la primera parte, las autoridades descubren la carnicería del pueblo de Gatlin, donde los niños, entrañables ellos, han masacrado a sus mayores tan guapamente. La policía culpa del sindiós a Isaac y Malackay y como ambos están muertos, deciden llevar al resto de los niños huerfanitos al pueblo de al lado para darles un techo, comida y cariño. A cambio, los niños les darán por culo a los adultos, porque EL QUE CAMINA DETRÁS DE LA HILERA (que el tío es un pervertidor de menores más peligroso que Leticia Sabater y Xuxa juntas) está al acecho esperando a que un niño se meta en un campo de maíz para poseerle y dirigir la comunidad infantil a la masacre total. Desgraciadamente, estamos hablando de Nebraska y no puedes dar dos pasos sin encontrarte con un maizal, así que es solo cuestión de tiempo que algún niño pique. Paralelamente, desde Nueva York, un periodista y su hijo rebelde llegan al pueblo a investigar la noticia. Investigar no sé si investigan mucho, pero los muy cabrones consiguen ligar con dos tías buenísimas.

La primera parte de "Los chicos del maíz" fue un peliculón, entre otras cosas gracias a su interesante planteamiento que explotaba uno de los miedos primordiales del ser humano: que nuestros hijos acaben superándonos y sustituyéndonos (aunque en la peli, más que sustituir, lo que hacían era asesinar de la manera más cabrona posible). Y como ocurre con todas las grandes películas que tienen una recaudación de taquilla potente, los productores, en lugar de buscar nuevas historias, tiran por el camino fácil y alargan el planteamiento inicial como un chicle, aprovechando el éxito precedente y repitiendo la fórmula una y otra vez con escasas variantes. Y eso es lo que tenemos en "Los chicos del maíz II: el sacrificio final", un "jet-stender" de lo mejor de la primera parte, sin un ápice de originalidad ni calidad. ¿Y para qué se iban a molestar en hacer algo nuevo? si en el fondo los espectadores somos gilipollas y nos tragamos cualquier cosa ¿verdad? Un mojón. No obstante, y en honor a la verdad, esta peli cuenta con un humor negro (no sé si intencionado o no) que la salva de la quema y de la condenación eterna. Pero primero, repasemos lo malo de la película, que no es poco.
Lo primero que daña a la vista es la atmósfera de telefilm barato que tiene la peli. Tanto la calidad de imagen como la puesta en escena denotan que la película anda escasa de presupuesto, con lo cual tienen que apretarse el cinturón muy mucho para que el productor no les corte los huevecillos. Esto se traduce en unos efectos especiales cutres y casi inexistentes, unas localizaciones sosas y repetitivas y, sobretodo, en un guionista más malo que pegarle a un padre, porque la historia no puede ser más trillada y predecible. Reconozco que el chico se esfuerza y pretende mezclar multitud de conceptos e ideas en el argumento, pero lo único que consigue es marear la perdiz (y al espectador) con chorradas sin sentido. Por un lado, tenemos la típica y tópica lucha generacional entre el padre periodista y el hijo rebelde que no se la cree ni la madre que los parió y que se traduce en un montón de gilipolleces melodramáticas, todo ideado para que el espectador crea que el niño se va a pasar al lado de las fuerzas del mal, pero eso es absurdo, porque el chaval acaba de sacarse una novia potente y tiran más dos ojos azules que toda la verborrea del que camina detrás de la hilera. Por otro lado, tenemos a ese indio apache profesor de universidad que al principio dice que no sabe nada y después no para de dar explicaciones sobre la matanza de los niños: primero dice que la culpa la tiene una piedra en el monte que tiene unos dibujos de unos niños indios matando a sus padres por vagos; después dice que la culpa es de un montón de maíz en mal estado que si lo hueles te vuelves loco perdido (y ya que estamos, el guionista se saca de la manga un complot conspiratorio de las autoridades locales); después dice que todo es una venganza de la madre tierra, que ya está harta de que la jodan viva con pesticidas. Al final, nada está claro, y nosotros, ante la duda, preferimos la explicación de la primera parte: que la culpa la tiene el demonio, que es un cabrón, y santas pascuas.
Pero, como dije en un principio, si la peli merece verse es por su sentido del humor y porque, en ocasiones, da la sensación de que no se toma demasiado en serio a sí misma. Lo más divertido de la película es el sadismo de los niños y las diferentes e imaginativas maneras de asesinar a los adultos: a una anciana le tiran una casa encima (no es broma); a otro le joden la cabeza con un muñeco de vudú; para cargarse a una anciana que va en una silla de ruedas electrónica, cogen un mando teledirigido y la lanzan contra un camión y la pobre mujer sale rebotada y choca contra una sala donde se juega el bingo. En fin, una violencia propia de los dibujos animados, que causa más risa que susto. El maizal también tiene ganas de broma, porque a veces se pone a cantar "te hemos visto, vamos a por tí. Te hemos visto vamos a por ti" con un ritmo y una marcha que no se puede aguantar. Y después tenemos ese esperpéntico final, con máquinas segadoras a todo tren, niños con arcos y flechas como los indios, el periodista lechón atravesando a niños con lanzas y el mismo bulto bajo tierra de la primera parte avanzando sin ton ni son, que no sé si es el demonio o un topo gigante.
En el apartado hormonal, tenemos a las dos protagonistas del film, Rosalind Allen (dueña del hostal donde se hospedan el periodista, el hijo y el cabecilla de los niños infernales) que con ese peinado a lo casco, esas blusas una talla más pequeña y esas minifaldas no dejan indiferente a nadie; y también tenemos a Christie Clark, una muchacha que quiere irse del pueblo sea como sea y una posible vía de escape es ligarse al pánfilo del hijo del periodista, que por lo visto no ha catado a una tía en su vida. Para conseguirlo, la muchacha se pone unos escotazos montada en una moto vespa y además se baña en los manantiales cercanos de forma voluptuosa. No obstante, el plan le sale rana porque cuando por fin se va a acostar con el muchacho, encuentran una mano cortada enterrada en el maizal y les corta el rollo.
Resumiendo: "Los Chicos del maíz II" es una película muy cutre y muy inferior a la original, pero se deja ver porque en ocasiones te partes la caja de risa con lo mal hecha que está. En ningún momento asusta pero la carcajada está asegurada.
Aquí os dejo un divertido video hecho por boxeo11 que resume a la perfección la película.

1 comentario:

  1. He visto ahora la 2... un asco, deberia habermela saltado directa a la tercera. Lo unico bueno a sido la muerte de la iglesiaXD

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